La prima/vera llegó alocadísima. Se siente en el “coco” una presión atmosférica más fuerte que la de un vendedor de seguros. El calor está como para tatemar elotes en la banqueta y el aire está tan pesado como cualquier campaña política.

A propósito de trompetas; quiénes serán los enfermitos asesores de nuestros políticos y de sus partidos, ¿qué no se dan cuenta de que cuando uno se atraganta con algo, acaba vomitándolo? Por mucha buena fe, por mucha buena voluntad que le pongas a sus anuncios es tal cantidad que vomitas todo y a todos. La repetición es efectiva pero, lo que hacen con nuestro sistema neuronal es un crimen.

“Al que obra mal, se le pudre”, reza el refrán y no puedo imaginar que estén gastando estas fortunas esperando obtener bendiciones y aplausos del “il popolo”.  Así que, sí que sí “al que obra mal se le pudre”, no quiero imaginar lo que le pueda pasar a alguien que fuese un obrador profesional.

Mi comadre que es muy mal pensada, me comentaba que debería de existir un motivo oscuro detrás del deseo de ser un “ciervo de la nación”, sin importar cuál sea la ideología que tengas. Puede ser que tenga razón. La única razón que yo alcanzo a imaginar (para como están las cosa) es la posibilidad de poder vivir con el respaldo irrestricto del “fuero” constitucional que, más que fuero, lo han convertido en un pergamino que les permite a nuestros políticos actuar con total impunidad, cosa que no tiene nada que ver con el fuero que marca nuestra parchada Constitución.

Con la prima/vera, viene el calor y la falta de agua, cosa que hará que nuestras angelicales calles huelan a cloaca. Si a esto le agregamos lo que reza el refrán: lector querido, será mejor que todos traigamos tapabocas, con un algodoncito con alcohol para aguantar la peste.