En estos días tengo la impresión de que estoy haciéndole al tío lolo, haciéndome tarugo solo. De mis cuatro asiduos lectores, tres, están de vacaciones. Pero no importa, hoy hablaré sin miramientos respecto a lo que creo, pienso y siento.

Me pregunto: ¿Qué pasaría si todo en lo que siempre he creído fuese mentira? ¿Cómo viviríamos si, en lugar de buscar el poder personal buscásemos el bien común? ¿Cómo sería nuestra vida sin un día sin guerra? ¿Y si en lugar de enseñarnos a dominar a los demás, nos hubiesen enseñado a dominar nuestras propias emociones negativas? ¿Cómo viviríamos si en lugar de inventar teléfonos inteligentes supiéramos utilizar nuestra propia fuerza cerebral? ¿Cómo sería nuestra vida si nos hubieran enseñado a amarnos en lugar de hacernos papilla? ¿Por qué nos cuesta trabajo aceptar que tan solo somos energía pensante? Etcétera, etcétera.

La única respuesta que viene a mi mente es simple: Nos equivocamos de “pe” a “pa”. Nos decidimos por intentar tener el control de todo lo que nos rodea, el poder sobre un friego de cosas que no sabemos ni qué son, ni cómo funcionan o para que sirven. Por ejemplo: Según nosotros, tenemos un gran conocimiento acerca del cerebro, sus funciones y mecanismos, sin embargo no tenemos la menor idea de que es un pensamiento, como es y porque tiene tanto poder. Es como el átomo, sabemos que existe, como está constituido, para qué sirve, pero no sabemos por qué existe ni para qué —como el pensamiento—.

Obviamente ignoramos lo básico, que es el conocimiento de qué somos, porqué somos y para qué somos. Si no sabemos eso, menos vamos a saber por qué yo puedo usar los átomos de una silla y la silla no usa nuestros átomos para hacer un violín. Porque yo puedo dar vida, igual que las plantas y otros animalitos, porque yo puedo crear y cambiar mi entorno. ¿Qué es la vida, por qué y para qué?

En fin, como no creo que esto les vaya a interesar un poco más en comparación de quién podrá ser el próximo virrey poblano; retorno a mis aposentos a seguir pensando, a preguntarme, ¿por qué pienso?