La única diputada federal que tuvo el valor de enfrentar al gobierno autoritario de Moreno Valle es ahora sólo un remedo de la mujer valiente que levantó la voz durante todo un sexenio.

Esa mujer disfrazada de activista social se convirtió en la más acérrima enemiga del morenovallismo y que en su plan de mártir aseguraba que la estaban persiguiendo.

Recuerdo que cuando solicitó licencia a la diputación federal, declaró que tenía que recuperar el fuero, pues temía convertirse en una presa política más.

Por obvias razones, Roxana acaparó todos los reflectores de los medios críticos, quienes veían en la perredista a una mujer congruente, valiente y sobre todo comprometida con la lucha social.

Si en ese momento nos hubiesen dicho a quienes le abrimos todos los espacios de nuestros medios que terminaría siendo una más de las tapaderas del morenovallismo, nos habríamos muerto de las carcajadas.

Nadie que haya visto y escuchado a Roxana —incluido mi caso— la hubiese imaginado entregada de rodillas ante Rafael.

Sin duda, quienes se la jugaron con Moreno Valle desde la Secretaría de Finanzas y que han soportado todos los desplantes y ofensas de su jefe político, son mucho más congruentes y tienen más justificaciones que la ahora sumisa candidata del Frente Morenovallista.

¿Con qué cara puede esta señora ver a los ojos a los pobladores de Chalchihuapan, incluida la madre del niño muerto?

¿Qué le puede decir Roxana Luna a los familiares de los presos políticos a los que supuestamente defendía?

¿Cómo pedirle el voto a los grupos que la siguieron en sus movimientos contra el gobierno panista?

Sin duda, el haber aceptado la candidatura a la diputación federal de la alianza “Por México al Frente” la ha puesto en el ojo de la crítica, ya que con ella, perdió toda la credibilidad ganada con los años.

Con una sola declaración, confirmó su entreguismo.

Roxana ha sido tan burda, que declaró cínicamente que el caso Chalchihuapan lo cerró la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y que está totalmente satisfecha porque logró que las víctimas fueran indemnizadas.

¿Acaso ya se le olvidó que a Elia Tamayo la sacaron de la Cumbre de la Infancia evento organizado por el DIF estatal dirigido por la ahora candidata a gobernadora, y que la madre del niño muerto recibió un trato de delincuente?

¿También ya olvidó el caso de Enedina Rosas, indígena presa en Atlixco por órdenes del grupo que ahora ella apoya?

Pero además, es evidente que en la negociación de su sometimiento hubo algo más que su candidatura, ya que su hermano Vladimir Luna Porquillo es ahora secretario general del Comité Directivo Estatal del PRD.

Y justo al otro día de asumir el cargo, de inmediato arremetió en contra de la diputada Socorro Quezada al señalar que por ella se habían tenido los malos resultados en 2016 y no había unidad en el partido.

En un solo día, Roxana perdió la credibilidad que llegó a tener, y hoy la pregunta es, si llegará con cacerolas a pedir el voto para el PAN-PRD, tal y como lo hizo ante la Fiscalía, pues en la campaña de 2016 se tiró al piso diciendo que la querían detener.

¿Volverá a sacar las escobas para barrer la corrupción?

¿Le dará un “Oscar” al ex gobernador, o romperá piñatas con las figuras de sus aliados?

Tal vez Roxana piense que no tenemos memoria, pero para su mala fortuna, aquí estamos para recordársela.

Literal.