Los muertos del pasado son los fantasmas del presente. El aserto debe conocerlo a estas alturas todo involucrado directo en el homicidio de un niño como Alberto Tehuatlie Tamayo, en julio de 2014 en Chalchihuapan.

Entre ellos el ex gobernador Rafael Moreno Valle; el ex titular de Seguridad Pública; Facundo Rosas; el Fiscal General, Víctor Carrancá; el ex director de Servicios Legales; Juan Pablo Piña, hoy diputado federal y filoanayista de ocasión; y sobre todo, la ex diputada del PRD, Roxana Luna Porquillo, además de un largo etcétera.

El acto impune desde la perspectiva política, amenaza sobre todo a quien en el pasado encabezó una defensa de la familia sumida en la tristeza, a cuya cabeza se encuentra Elia Tamayo, la madre del niño de 13 años muerto en ese 2014.

Luna Porquillo estuvo el martes pasado en el programa #DestrozandoLaNoticia en donde se deslindó de la tarea de defensa de los dolientes cuando entraron “muchos abogados” a defender a la familia que a cuatro años, parece no salir del duelo, no obstante la definitividad del acto legal.

La candidata del PRD por el distrito 12 insistió en la congruencia como mujer que creció en el seno de una familia de izquierda, y que al aceptar la candidatura a la diputación federal se generan “equilibrios” en el interior de la coalición Por Puebla al Frente que ostenta como máxima franquicia a Acción Nacional, bajo el control absoluto del morenovallismo.

“No le íbamos a dejar las candidaturas a Moreno Valle”, dijo convencida de que el régimen que encabezó el impulsor de esa alianza en el presente, fue dictatorial. Hasta ahí la argumentación parece no admitir duda ni trámite.

El problema para la perredista crece en el momento que intenta disfrazar de derechos de género la candidatura de la esposa del ex gobernador, notoriamente omiso o sordo ante el dolor de una familia en condiciones de pobreza que tuvo el infortunio de perder un hijo por la impericia policiaca, de paso encubierta por el poder para ponerse a salvo de la hoguera pública.

Elia Tamayo tuvo palabras duras para Roxana Luna. Dijo haberse aliado con los asesinos de su hijo y pidió separarse de ese grupo a quien no duda en señalar como responsables del infanticidio, no obstante que la Comisión Nacional de Derechos Humanos haya dado por cerrado el caso en 2017.

Mal momento para la aguerrida perredista que una vez encaró al priista Melquiades Morales por una agenda irresuelta en Cholula; error de cálculo para quien se opuso desde su posición como legisladora federal, a la candidatura común a gobernador por el PRD-PAN en 2016; pecado de ingenuidad suponer que los fantasmas del pasado se iban a quedar lejos del escrutinio en un momento decisivo como la lucha del poder en curso.

Quizá la condición de opositora de izquierda haya perdido el timming para leer con detenimiento la coyuntura de la que será extremadamente difícil abstenerse junto con el grupo que cobijó el asesinato del niño Tehuatlie y que lo pronto, la puso en el blanco de la acusación abierta.

La noche obscura de los días dirimes apenas comienzan para Roxana Luna.