Imponer la agenda electoral es un tema que se le da de manera natural a Andrés Manuel López Obrador.

De manera recurrente, lo hizo en sus dos intentos anteriores y hoy la historia se repite. Sin embargo, esta vez la agenda de la elección parece soplar únicamente a su favor.

La vulnerabilidad de AMLO fue un tema que no comprendió en las dos campañas frustradas, porque pensó que con tener los reflectores sobre él era más que suficiente.

El exceso de exposición, aunado a una eficiente campaña de miedo en su contra lo puso fuera de combate en el último segundo del round doce.

En esta ocasión todo se le acomoda al tabasqueño porque tiene un manto de teflón que hace que se le resbale cualquier ataque, por más fundado que venga.

En este 2018 la agenda nuevamente le pertenece, pero ahora hasta los más graves errores y tropiezos se convierten en puntos positivos para el intocable de las redes anti sistema.

Ni la más sesuda y congruente de las críticas contra AMLO funcionan, porque quienes ya le compraron la historia del hombre honesto, que acabará con la corrupción y la pobreza, no cambiarán jamás su producto milagro.

Extrañamente, en Puebla el candidato de Morena parece estar peleado con la agenda electoral.

Luis Miguel Barbosa parece estar apostado en la inercia lopezobradorista, sin mostrar el menor interés en marcar los tiempos políticos y mediáticos de la campaña.

Pareciera que la estrategia es la de “dejar hacer, dejar pasar”; laissez faire et laissez passer.

Digamos que están montados en los lomos de AMLO con la filosofía de ejercitar la ley del menor esfuerzo, con la idea de que el peso de la marca es más que suficiente para llegar a Casa Puebla.

Según las encuestas, la teoría de Barbosa parece ser la correcta. Mientras Martha Erika impone la agenda, Barbosa aguarda a que vuelva AMLO para apuntalar su candidatura. Y si los números no mienten, están empatados con tendencias que indican que el triunfo de Morena en Puebla es más que factible.

Habrá que revisar qué sucede cuando AMLO se ausente durante algunas semanas de Puebla para confirmar o descartar que la volatilidad del voto de Morena depende única y exclusivamente de su líder moral; o si la figura de Barbosa es fuerte por sí misma.

Lo que es un hecho es que la pasividad de Luis Miguel Barbosa es un tema que desespera a muchos seguidores de Morena que quisieran que su candidato tuviera la misma iniciativa de AMLO con todo y su infarto.

Por el momento, será el sereno, será la Amlodipina o la Rosa de Guadalupe, pero la pelea por Casa Puebla está en el aire.