A veces se rompen esquemas y eso es bueno. En un ámbito cimentado en la tradición, estoy hablando del toreo, es un deporte extremo salirse de lo establecido.

En los tiempos de globalización que corren, los de la empresa de Madrid consideran importante hacer notar que toreros de varias naciones van a actuar en la misma feria y como lo del campeonato de fútbol –deporte de masas-  que se jugará en Rusia, está casi encima, a la Feria de San Isidro de este año, la han bautizado como El Mundial del Toreo. El nombre es acertado, pues se busca la atención de los que no son devotos.

El que firma este texto, que además de darle a lo de juntar letras, soy profesor universitario de una materia que se llama Persona y cultura contemporánea, cuando el temario indica repasar totalitarismos en el siglo Veinte, que además son muchos, porque la ambición y la prepotencia humana no tienen límite, inevitablemente, llegamos a la Guerra Civil española. Ahí, me detengo un poco y como soy apasionado del arte de Cúchares, busco cualquier hebra para tirar del hilo y hablar de toros.

Los jóvenes, aun los que son antitaurinos, escuchan con interés cuando les narro la historia de Lupe Sino y Manolete. Es que a los muchachos, sobre todo a ellas, les gustan las historias de amor y por ahí, me sigo contándoles la hazaña de algún torero o la anécdota de un toro famoso. Me gusta ver a los chicos –hombres y mujeres- que al principio de la charla han declarado su antitaurinismo, como en ese momento, me miran embobados con una expresión que delata la duda de que si lo que les contaron acerca del toreo fue una calumnia y sí, siempre lo es. Culmino mencionando que una corrida en Madrid es uno de los espectáculos más luminosos, bellos y conmovedores que el ser humano puede ver. En ellas, a final de cuentas, podemos comprender y aceptar lo precaria que es la vida y por ello, lo importante que es vivir con toda intensidad. Y para que los estudiantes entiendan la magnitud de lo que es la Feria de San Isidro, les digo que ese serial es algo así, como “El Mundial de los Toreros”. Lo mío no es proselitismo, lo que pasa es que a mis alumnos, me gusta darles lo mejor que tengo.

Luego, ya se sabe, todo momento mágico tiene un final, la sesión continua: 1939, el bombardeo a Varsovia y las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, pero como mi clase no es de Historia, sino de Antropología filosófica, los conduzco por las horripilantes cámaras de gases a uno de los libros más profundos y vibrantes que se han escrito: El hombre en busca de sentido, de Víctor Frankl, el arte de vivir con esperanza en medio del más atroz sufrimiento.

Volviendo a lo de El Mundial del Toreo, esta es una campaña que la empresa Plaza 1 ha lanzado. Se trata de promulgar que varias culturas estarán presentes en el San Isidro 2018, representados por los siguientes toreros: Luis Bolívar, de Colombia; Juan José Padilla, de España;  Lea Vicens, de Francia; Luis David, se ha quitado el Adame, para no desvirtuarse, -noten como me gusta tirar el derrote-  de México; Andrés Roca Rey, de Perú y Jesús Enrique Colombo de Venezuela. La cruzada hace énfasis en la multiculturalidad y los carteles propagandísticos tienen a cada torero con un dibujo emblemático de su país, pintado en el pecho. Por ejemplo, A Roca Rey le sombrearon en la piel un cóndor inca y a Luis David, una catrina emblemática de Día de Muertos. Los carteles con fotografías de los matadores y su dibujo en el tórax, serán expuestos en autobuses, marquesinas, carteleras, quioscos, prensa, televisión y medios digitales.

La idea es provocadora e interesante. Por mi parte, creo que en el arte no hay nacionalidades. Las fronteras y las banderas atañen a los estados, nunca a la patria. La única patria verdadera es la que se lleva en la lengua, los ojos y el corazón. Por eso, los toreros buenos son universales y llevan el mismo pasaporte que todo aquel que ame el toreo. Pensando en Joan Manuel Serrat escribo que los tordos que a media tarde llegan con su algazara al prado de mi casa, no saben de nacionalidades. El ondear de banderas, por lo general, lleva escondido en los pliegues intereses mezquinos. Toreros de todos y además eternos, son Rodolfo Gaona, Gallito, César Girón y César Rincón, entre otros, no importa, para nada, dónde hayan nacido.