La capacitación y la asesoría que inician desde la motivación, la orientación y el desarrollo de habilidades, son la base fundamental de todo desarrollo individual, familiar y comunitario. Sin estos elementos, todos los miles de millones de pesos invertidos en la atención de la pobreza se pierden lamentablemente.

Sin embargo, las necesidades de las familias son tan grandes que si no se otorga algo material, ni el ciudadano ni el gobernante consideran que estén haciendo algo real por ayudar; mucho más cuando la toma de fotografías y la difusión de noticias es el objetivo principal. La capacitación y la asesoría no lucen para las fotos.

Aunque, “agradezco más a quien me dio conocimientos que a quien me heredó un imperio”, frase de autor anónimo, sigue siendo vigente. La realidad es que quien no entrega algo material es un gobernante o líder que no sirve a los ojos de las necesidades diarias. Este es uno de los argumentos para la entrega de las tan criticadas despensas.

En una visita realizada como secretario de Desarrollo Rural a una comunidad de la Sierra Norte de Puebla con motivo de apoyar a las familias, lo primero que escuché fue, “¿qué nos trae?”; una pregunta que se repite constantemente en muchas comunidades.

Respondí con la contestación menos política, pero siempre hablando con la verdad: “No les traigo nada porque no sé qué necesitan”.

“Es que necesitamos todo, nadie nos ha apoyado”, me dijeron. Y así empezamos un diálogo que se convirtió en una sesión de planeación comunitaria básica, a nivel huarache, que es tan válida como las mejores y más avanzadas estrategias de planeación comunitaria.

A qué se dedican aquí; quiénes y cuántos son; hay alguna lista de los que se dedican a los mismo; están de acuerdo en integrar un censo de productores, poner a un representante provisional del grupo con la tarea de integrar el censo y convocarlos para hacer un diagnóstico de problemas y necesidades, pregunté.

Y fue así como supimos que en esa comunidad desarrollaban 12 actividades productivas principales, una de las cuales era la producción de maíz, la cual practicaba el 90 por ciento de la comunidad y un 60 por ciento también sembraba frijol.

En otros varios casos, los habitantes practicaban hasta 5 actividades en la lógica de que, si no me va bien en una, me ayudaré con la otra en forma complementaria.

De igual forma, se realizaron las reuniones en las cuales compartieron los problemas y necesidades.

Destacaron problemas de no disponer de semillas, abonos, bajos rendimientos, dónde vender, plagas y enfermedades, bajos precios de venta, sequía, aguas contaminadas, pérdida de suelo, falta de bodegas para conjuntar volúmenes, empacado de productos, exploración de nuevos mercados, entre otras.

Invariablemente, todo conducía a la falta de integración productiva, no se conocían entre sí los que se dedican a una actividad y cada quien lo hacía en forma individual, muchas veces compitiendo entre ellos mismos.

Esto demuestra que el intercambio de experiencias es nulo y la innovación solo se da a través de esfuerzos personales muy escasos y muy poco socializados.

Más grave aún es que, toda esta problemática se pretende resolver con programas y apoyos generales, diseñados en escritorios de las capitales del país o cabeceras municipales sin tomar en cuenta las realidades que viven las familias. La diversidad ambiental y socioeconómica es notoria en un mismo municipio. Lo que sirve en un lado puede que no se pueda aplicar en otro.

Igualmente grave es que la educación, la base de todo desarrollo humano, no considere en sus contenidos los problemas que viven las comunidades. Al menos en aquellas que son prioritarias, no se tiene hoy una atención real y efectiva en temas como el agua, la alimentación, el cuidado del medio ambiente, la educación financiera, el aprovechamiento de los recursos naturales así como la educación cívica y ética.

La capacitación y la asesoría han sido aspectos secundarios en los programas de apoyo y fomento que establecen los gobiernos en sus tres órdenes. Entre sus razones están que, requieren la contratación de personal y consecuentemente el apoyo de vehículos y seguridad social.

Por todo ello, prevalece la entrega de cosas materiales como la gran respuesta en apoyos a la población y se menosprecia el apoyo intelectual, sin el cual los impactos de lo material son nulos.

No invertir en el desarrollo de las personas, en apoyar el desarrollo de capacidades y solo dar apoyos económicos y materiales, le ha costado muy caro a nuestro país.

En el campo cada productor que no recibe este apoyo pierde en promedio 1000 pesos/hectárea/año. Aunado a esto, el deterioro ambiental inherente que acentúa cada día la pobreza que queremos combatir.

Por otro lado, quiero felicitar a los maestros quienes dedican su vida buscando hacer mejores ciudadanos. ¡Felicidades en su día!

* Ex rector de la Universidad Autónoma Chapingo