En los hechos, el notario público José Alejandro Romero Carreto le dio la razón a todas las voces que lo acusaban de ser un esquirol, un palero del morenovallismo, como abanderado del Partido Nueva Alianza (Panal) a la gubernatura.

Sin la representación ni aceptación del magisterio poblano —parte fundamental del Panal—, Romero Carreto se bajó de la contienda la semana pasada, coincidentemente a tiempo para que en las boletas no esté su nombre, pues horas después de la dimisión a su candidatura vacía, éstas comenzaron a ser impresas por el Instituto Estatal Electoral (IEE).

Apenas en un video hizo el anuncio a 37 días de la cita con las urnas, sin dar ninguna explicación, por carecer de argumentos sólidos para ésta.

Si no los tuvo ni su partido, ni él para su postulación, imposible era esperar que encontrara justificantes de peso para bajarse de la contienda, en la que poco o nada hizo en favor de su propia campaña.

Es cuestión de horas o de días para que anuncie su adhesión ahora al proyecto de la candidata de Por Puebla al Frente, Martha Erika Alonso Hidalgo, sin que garantice un capital político, moral, mediático o de votos a su favor.

Más allá del anuncio, Romero no aportará nada a la campaña de la alianza que encabeza el Partido Acción Nacional (PAN) y que en la entidad ahora tendrá seis partidos cobijándola.

La función que, por lo visto, ni siquiera pudo cumplir, era la de atomizar el voto que no comulga con el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) o con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en una clara intención de menguar su respaldo, sobre todo en el gremio de los maestros.

Ni siquiera pudo cumplir con su papel de esquirol en una contienda que en las últimas semanas se ha cerrado, así lo hacen ver los números y las actitudes, entre Luis Miguel Barbosa, de la coalición Juntos Haremos Historia (Morena-PT-PES) y la panista Alonso.

Son capítulos como éste, penosos, ridículos para nuestra incipiente democracia, los que llevan a pensar en la conveniencia de que partidos así conserven su registro y las abultadas ministraciones económicas que reciben del erario.

Sin embargo, con su salida, José Alejandro Romero Carreto le hace un favor a los poblanos, quienes ya no tendrán que leer su nombre en las papeletas que recibirán el próximo 1 de julio.

Ningún daño reportaba su presencia en la contienda para el priismo o el lopezobradorismo, pero tampoco generaba ningún beneficio para el morenovallismo.

Por eso lo han bajado y por ello su inexorable suma a la candidatura de Alonso Hidalgo tampoco representará nada.

Eso sí, para quienes lo quieran ver, su salida de la carrera por Casa Puebla y su eminente próxima adhesión a la única candidata en contienda, pondrán en evidencia la bipolaridad del Panal.

Mientras en la contienda presidencial la dirigencia nacional va con José Antonio Meade Kuribreña, en el estado irá con el morenovallismo.

Ni ideología ni convicciones.

Simplemente lamentable.