A partir de esta semana serán suficientes cuatro domingos para llegar al 1 de julio, día de la elección más grande en la historia reciente y la de mayor incertidumbre para el sistema político y los grupos de poder en México.

Si para la Presidencia de la República y el equipo de Enrique Peña Nieto y su candidato, José Antonio Meade, las cosas parecen irremediablemente perdidas, para el grupo de Rafael Moreno Valle en Puebla no hay visos de que las señales de alarma se vayan a apagar en los próximos días, cruciales para definir su suerte.

Es suficiente ver entre líneas las señales de los últimos días. Ya se sabe que la virulencia de los ataques de quienes compiten bajo el nombre de Juntos Haremos Historia son exactamente proporcionales a la dimensión que cobraron sus candidatos, sobre todo el de gobernador, senadores y en los distritos  más emblemáticos.

Así es como debe verse la aparición del gobernador Tony Gali este fin de semana junto a la candidata a gobernadora, Martha Erika Alonso y Dinorah López de Gali, junto al candidato a edil de la capital, Eduardo Rivera Pérez. Se trata de la pareja más empática con la que cuenta el grupo de un Moreno Valle insensible y arrogante.

Varios estudios de opinión de consumo interno colocan a los candidatos de Juntos Haremos Historia por arriba del empate técnico, lo que sumado a una variable adicional como el universo de indecisos en donde se esconde el voto antisistema, se puede augurar un escenario favorable para la causa de los lopezobradoristas.

El estado de cosas en esta competencia electoral deriva de un conjunto de indicadores que se contraponen.  Buscar un razonamiento del voto es terreno pantanoso.

El bloque oficialista a nivel federal y local pelea contra un enemigo fantasmal: el estado anímico, lleno de ira e indignación derivado de los excesos ostensibles de una plutocracia que rompió normas básicas de convivencia.

Es López Obrador y sus candidatos quienes con mayor habilidad han sabido potenciar esa ira social, a la que se ha referido Peña Nieto.

Pudo haber sido cualquier otro grupo político, pero cuando el crecimiento del enojo comenzó a desbordar, ya el tabasqueño que vive en una casa de 59 metros de construcción, según se ve en la entrevista que concedió a Javier Alatorre este sábado en TV Azteca, estaba ahí para cosechar lo sembrado hace 18 años.

El ortodoxo sistema político local y federal enfrenta un problema grave. El encabronamiento colectivo es a quien deberá vencer y no exactamente a un personaje específico.

El enorme porcentaje del voto indeciso en las diversas encuestas que circulan en los cuartos de campaña tiene una sola interrogante, a diferencia del pasado cuando discernía sufragar por uno u otro partido: hoy se pregunta si votar o no por el Movimiento de Regeneración Nacional y su coalición.

Morena, me compartió un conocedor en el estudio de mercados de opinión hace algunas semanas, no es un partido político, sino un estado de ánimo y contra eso deberán batallar el PRI y el PAN.