Hay que pensar bien el voto, lector querido. Porque cuando uno vota todo lo que te angustia desaparece. Cuando votas la situación de corrupción del país deja de existir, los sistemas de salud llegan al último rincón del país.                                         

Cuando uno vota el agua llega a todos los rincones, la luz, la seguridad de tu familia y la tuya propia están aseguradas, no tienes por qué volver a ocuparte de la educación de tus chamacos, los hospitales aparecen como por arte de magia y además son gratuitos, hay policías hasta por debajo de tu cama vigilando la seguridad de nuestras familias.                                                                                                         

Del dinero, ni te preocupes, porque te lo regalarán —nomás por votar—. Y si quieres trabajar, trabajas y si no, no. Habrá una universidad cerca de tu casa por si quieres estudiar gratis. Deja de sufrir por el transporte, los camiones serán cosa del pasado. Tendremos un transporte mil veces mejor que el de Noruega o los de Suiza o de cualquier otro país que se diga avanzado.

Será mejor que fotografíes los baches, las coladeras sin tapa, “los diablitos”, los cables de luz  que cuelgan como tendederos, o las banquetas rotas porque todo esto desaparecerá en cuanto votes.                                                                                                                                                   

No volverás a ver  nunca a un burócrata “rata” o a un juez o a cualquier otra autoridad a la que tengas que “caerte con el clásico “moche”. Y todo con la magia  de tu voto.

´Ora, si no votas, es “probable” que todo siga igual o peor. No te preocupes por quién deberás votar, dará lo mismo, ya que la honestidad y el amor al servicio público son características sine qua non de cada uno de nuestros intachables candidatos. Está por de más el decir que tu voto es un simple ordenamiento de la Constitución, documento que, dicho sea de paso vive bajo la vigilancia impoluta de personas que jamás han puesto sus intereses personales por encima del votante.

Así que dará igual si votas por “Chana” o por “Juana”, pero vota, porque el futuro del  bolsillo de muchos estará en tus manos, y los miles de millones de pesos que se  han gastado recalcándote en sus discursos, hasta la náusea, que “falta mucho por hacer”, es tan sólo un mantra poderoso que se repite por costumbre desde la época de Salinas, pasando por Fox y ahora por Morena.