“Y tú eres un puto cobarde. ¡Quién eres hijo de tu chingada madre!”, dice un militante del Movimiento de Regeneración Nacional a un reportero a las afueras del Instituto Electoral del Estado.

La peor forma de expresión es grabada desde dentro del propio inmueble sede del árbitro comicial, en medio de una crisis post electoral provocada por los dos bandos en pugna que ayer estuvo adicionada por ataques abiertos a los trabajadores de los medios de comunicación.

En la guerra por conseguir imponer su propia versión de las cosas, el equipo de los candidatos Martha Erika Alonso y Luis Miguel Barbosa terminaron por asemejarse a quien ambos, con sus respectivos estilos, a Rafael Moreno Valle Rosas, el impresentable ex gobernador.

A lo largo de su campaña, Alonso Hidalgo hizo hasta lo imposible por desmarcarse de un consorte que los poblanos aborrecen; Barbosa Huerta atacó con tal virulencia al ex mandatario como si en ello quisiera sepultar el pasado que lo vinculó con el personaje.

En realidad ambos terminaron por asemejar a la figura innombrable por un gesto dictatorial como el que distinguió a Moreno Valle: su intolerancia al trabajo de los medios.

En una rueda de prensa convocada por los voceros de la panista un Jesús Giles enardecido y a quien por la mañana zarandeó Carmen Aristegui, dice a Francisco Rivas de Reforma “te lo digo de manera muy clara, si le quieres pasar el mensaje a Morena, si querían tener copias de las actas...”.

La reacción vino de Rivas a quien el dirigente político convirtió en vulgar mensajero con un “presidente te pido un favor: respeta mi trabajo”.

Barbosa a su vez descalificó a la reportera Karen Meza, del periódico Central, cuando ya antes había sido un procaz entrevistado en el programa de Imagen con Juan Carlos Valerio por un cálculo que la propia televisora hizo luego del cierre de campaña con Andrés Manuel López Obrador.

La reportera Pía Pineda del sitio e-consulta.com también fue descalificada y así, las instantáneas de una futura y poco alentadora gestión sexenal se fue reproduciendo a lo largo de la jornada noticiosa de una crisis que no provocaron los medios, sino una clase política irresponsable y egocentrista, plutocrática.

La imagen que ambos abanderados en pugna revelan una condición bochornosa que inquieta respecto del futuro que depara para el trabajo de los medios.

Ya en el sexenio de Rafael More Valle persiguió y estigmatizó a la prensa insumisa. Con matices, sucedió con el priista Mario Marín Torres y así, la clase política sigue el mismo patrón de conducta desde los tiempos de priato de José López Portillo: “no pago para que me peguen”.