Quienes andamos en los 50 años y más, jugábamos de niños al bote pateado, pirinola, balero, trompo y canicas.

Con el bote pateado aprendimos la máxima del juego: un, dos, tres por mí... y por todos mis compañeros.

Sin embargo, Rafael, que también anda en el quinto piso, parece que no entendió que cuando se juega por un equipo, lo importante es pelear por todos.

Seguramente usted ya sabe para dónde voy, porque revisando los números y recordando la ingeniería electoral utilizada durante el pasado proceso, que culminó con las sucias y lamentables acciones del domingo pasado, me queda claro que el ex gobernador abandonó a su equipo y sólo se preocupó en respaldar a Martha Erika, bajo la lógica de que implica recuperar para él las llaves de Casa Puebla.

Evidentemente, ese juego en el que buscábamos alcanzar el bote para salvar a nuestros compañeros, no fue comprendido como una enseñanza de la niñez, por lo que para él la frase se transformó diciendo: un, dos, tres por mí, por mí y también por mí.

Quizá Rafita de niño jugaba más a la pirinola, en donde todos ponían, mientras que la suya estaba cargada al toma todo.

Para entender la forma en la que Rafael dedicó toda su sapiencia, recursos, estructura y perversidad como operador electoral en favor de Martha Erika, basta con observar los números.

 Los partidos de la alianza morenovallista perdieron por paliza la presidencia de la República, en donde AMLO se llevó millón y medio de votos; la primera fórmula al Senado, se quedaron sólo con una de quince diputaciones federales y nueve de veintiséis diputaciones locales, perdiendo así la mayoría en el Congreso del Estado.

Esto sin contar que de los 217 municipios, el PAN y su chiquillada se quedarán con menos de 75 alcaldías, de las cuales son 41 miserables para el PAN, 9 para el PRD y 23 para Compromiso por Puebla.

A todo lo anterior, hay que sumar la derrota en la capital del estado en la que se concentra el 40 por ciento de la votación estatal.

Y pese a todo lo anterior, su señora será gobernadora. Es decir, que cuando algo le interesa, Rafael lo logra, lamentablemente para quienes creyeron en él, esta vez únicamente le interesaba Casa Puebla.

 El un, dos, tres por mí y por todos mis compañeros sólo existió en la mente de los cientos de candidatos que confiaron en Moreno Valle.

 En el pecado llevaron la penitencia.

 Ni más, ni menos.