Desde la derrota que sufrió ante Mario Marín Torres en su primer intento por ser gobernador de Puebla, en los tiempos en que era priista, Rafael Moreno Valle no se veía en aprietos acumulados y difíciles como los que encara actualmente y que determinarán su sobrevivencia política.

Su apuesta es actualmente en dos arenas: una por evitar la anulación del proceso de elección de gobernador en Puebla, en el que las autoridades locales dieron el triunfo a su esposa, y la otra, por apoderarse del Partido Acción Nacional (PAN), ya sea a través de la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que está próxima a renovarse, o para convertirse en el coordinador de la bancada panista en el Senado.

Moreno Valle, a pesar de la aviesa habilidad que lo caracteriza, tiene ante sí retos mayúsculos en los dos escenarios que se le presentan como verdaderos laberintos. Puede terminar naufragando en ambos y convertirse en un senador más del disminuido Grupo Parlamentario de AN, que tendrá apenas 23 escaños, 10 menos que con los que llegó a la configuración actual.

Moreno Valle se juega el todo o nada. Si la elección se anula tendrá que competir, a través de su esposa, nuevamente por conservar el coto poblano; en tanto que, de no conseguir ni la dirigencia nacional panista ni la coordinación de los senadores, para ser el interlocutor directo desde la Cámara Alta con el gobierno lopezobradorista, será un político más del montón panista.

Las posibilidades inversas lo colocarían en los cuernos de la luna. Sin embargo, la suerte pareciera no estar del todo a su favor.

En el caso de la dirigencia de AN y a pesar de que este fin de semana Rafael Moreno Valle lazó una campaña en redes sociales para ese objetivo, los grupos conservadores y el hegemónico en este momento, el afín al ex candidato presidencial, Ricardo Anaya Cortés, no lo quieren ni por error en la presidencia del CEN ni en la coordinación de los albiazules en la Cámara Alta.

Los obstáculos que eso representa son muy sólidos. Pero el poblano tiene todavía la posibilidad de la puerta trasera, para no quedarse reducido en su poder partidista, en donde actualmente es presidente de la Comisión Política Nacional.

El Plan B se lo proporcionaría una alianza, que varios analistas ven ya en construcción, con el grupo calderonista, pues por sí solo el morenovallismo en el país no es suficiente para conseguir su ambición.

De ser así, Moreno Valle y el nutrido grupo del ex presidente Felipe Calderón, impulsarían la candidatura del senador con licencia y supuestamente alejado temporalmente de la política, Roberto Gil Zuarth, quien decidió un “retiro voluntario” en febrero pasado, para no validar la candidatura de Anaya, que lo complicaba por su fidelidad y cercanía a los Calderón.

Hay que recordar que la esposa del ex mandatario, Margarita Zavala Gómez del Campo, fue abanderada independiente a la Presidencia, al menos unos meses.

Los estatutos panistas determinan que los coordinadores parlamentarios del Senado y la Cámara Baja son designados por el presidente del CEN.

De ese modo, si los anayistas o los conservadores más recalcitrantes, entre ellos algunos mandatarios en funciones afiliados a la Asamblea de Gobernadores del PAN (Goan), entre quienes no se ve bien a Moreno Valle por su pasado priista, se quedan con la presidencia de AN, el poblano puede despedirse de su ambición de encabezar al GPPAN en el Senado.

De darse esa ecuación, la responsabilidad con seguridad recaería en el actual presidente panista, Damián Zepeda, o en la ex candidata presidencial, Josefina Vázquez Mota, los dos senadores electos.

De todo ello y del caso de la elección de Puebla dependen en los inmediato y mediano plazos la sobrevivencia política de Moreno Valle.

Hay que apuntar que nunca en sus 79 años de existencia, un ex priista ha ocupado la dirigencia de AN.

Los conservadores, custodios de las tradiciones que lo gestaron como partido, tienen un poder determinante y ven esa posibilidad como aberrante.