Clasismo, excluyentismo y estigmatización se adueñaron de las redes sociales y comentarios de café durante todo el fin de semana en Puebla. No gustó a la clase pudiente un guiño gubernamental luego de un sexenio hueco y frívolo.

Disentir se vuelve parte de una democracia, pero la descalificación grupal aísla y deviene consigna. Anula la inteligencia y estimula la emoción que nada tiene de razón.

La pobreza argumental se ciñó, cuando mucho, al meme que convoca al humor fácil a partir de las condiciones del otro sin que los feroces defensores de las causas nobles (sic) se tiraran al piso ante evidentes casos de discriminación.

Muchos de quienes siguen las actividades del gobierno de Antonio Gali vimos con pasmo el efecto colectivo en la inauguración del Parque Amalucan, en el empobrecido y olvidado oriente de la ciudad de Puebla: un cuerpo de agua convertido en chapuzón colectivo fue la descalificación.

Ni los embravecidos opositores al proceso de “deforestación” del cerro aparecieron para defender a quienes se supone, han representado. Hiede a oportunismo, guste o no.

De la ceremonia inaugural a la algarabía colectiva por la inclusión de la gente para la que no hubo política pública en el pasado, y menos para el rescate del espacio que atienda la necesidad de reconstruir el tejido social.

La calidad de la sociedad poblana es la de su conducta pública, un sentimiento colectivo que mimetiza en un sólo acto denigratorio: el Parque Amalucan es para nacos.

La frivolidad que se adueñó de comentarios colectivos denigratorios contrastó con las alabanzas en medios y clases altas tras la inauguración de obras suntuosas, como las de Rafael Moreno Valle y sus ciclovías  en la Atlixcáyotl y Hermanos Serdán.

En la última obra, Moreno Valle gastó 19.3 millones de pesos por kilómetro en una ciclovía mal diseñada en desuso, en una avenida que termina a las afueras del fraccionamiento en el que vive su vida, Las Fuentes, coronada con un parque como el de Los Gigantes, en donde se invirtió 330 millones de pesos.

Nadie descalificó ese gesto frívolo porque al buen entendedor, pocas palabras: es de hijos bien nacidos alabar la cosa pública que acomoda. Lo demás es populismo.

Falta el público popular que se dio vuelo el fin de semana. No será con aprecio hacia  el constructor de quimeras como la candidatura presidencial y, ahora la dirigencia panista.

La respuesta no estará en el aprecio, pero nada importa, la mayoría de quienes fueron legión de idiotas no leerá diatriba alentada por la frivolidad y el clasismo.