Desde hace 12 años que el futuro director de Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz llamaba a votar en contra de su propio partido, el PRI, y a sufragar por la opción de la izquierda en México, que en 2006 tenía dos perfiles, el de Patricia Mercado por el Partido Socialdemócrata y Campesino, y Andrés Manuel López Obrador, por el Partido de la Revolución Democrática.

En una entrevista para TV Azteca Puebla el ex gobernador de Puebla evitó responder al autor de esta columna si esa opción era el tabasqueño o por la oferta de la socialdemocracia.

El silencio en los miembros de la clase política con frecuencia dictan más que sus propias palabras y el de Bartlett Díaz fue ilustrativo esa noche cuando el reportero le dijo que en esa contienda presidencial sólo había dos ofertas, y que no se le veía tomando otra opción que no fuera de la AMLO.

Don Manuel, como todavía le llama un sector de la política local poblana, ha sido un hombre que siembra tempestades. Desde cualquier posición, como aquella por la que se le atribuye la caída del sistema en la elección presidencial que dio el triunfo a Carlos Salinas de Gortari, el primero de una generación de tecnócratas a quienes terminó por combatir desde otras trincheras.

Uno de los reporteros más experimentados como don Enrique Montero Ponce suele contar una historia que refleja el espíritu del personaje que hoy acapara reflectores. A su llegada al gobierno de Puebla en 1993 reunió a un grupo de empresarios rapaces que habían hecho negocios millonarios con la especulación de la tierra en la zona de Angelópolis con el consentimiento de un gobierno corrupto encabezado por su antecesor, Mariano Piña Olaya.

Los reunió en el despacho del viejo edificio de la avenida Reforma en donde hace 25 años residía el gobierno. En un ambiente marcado por la tensión obligó a la oligarquía local a desistirse a la voraz estrategia.

La primera vez que el reportero tuvo la oportunidad de entrevistarlo fue en 2004. El propósito era recoger opiniones de los mandatarios poblanos sobre las circunstancias en las que habían enfrentado los retos de sus respectivas administraciones.

Bartlett Díaz recibió al equipo de trabajo en la Torre del Caballito sobre avenida Reforma en la Ciudad de México. Era entonces senador de la República y, según su apreciación, no era necesario tener las capacidades logísticas de un gobernador para combatir el poder abusivo que pretendía debilitar el Estado Mexicano.

Había sido el único integrante de la Cámara Alta en ese año en echar abajo el intento de abrir al dinero privado la industria energética del presidente Vicente Fox Quesada. Llevaba como aliados estratégicos el hombre de Guanajuato a la dupla de Manlio Fabio Beltrones-Emilio Gamboa Patrón, correligionarios aún del propio Bartlett Díaz.

Se habían ido a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y ahí los había vencido.

El ex gobernador de Puebla era recordado, sin embargo, por la “caída del sistema” un lugar común de sus detractores por lo que volvió a los tribunales, en donde ha vencido a cada uno de ellos.

Ahora tiene en la mira al ex candidato presidencial de Acción Nacional, Ricardo Anaya Cortés, que utilizó el mismo argumento en un debate presidencial de la contienda de julio pasado.

Probablemente sea el político con el kilometraje más largo de quienes acompañan al futuro Presidente de México, pues tiene 82 años de edad y sin embargo ha sido el de mayor capacidad para argumentar sobre la tesis política que tiene que ver con la rectoría del Estado.

En perspectiva, el futuro director de CFE y ex gobernador poblano, no fue quien se adaptó a la realidad desde que la tecnocracia se hizo del poder en México con Salinas en 1988, sino que el tiempo terminó por concederle una dosis de razón cuando el voto rechazó a los jóvenes egresados de las urnas escuelas extranjeras y doctorados impensados.

Lo que suceda con un hombre como este polémico personaje de la historia en México en una industria estratégica para la seguridad nacional habrá que mantener reservas. El escrutinio público sobre los hombres del poder será siempre pertinente.

En el sótano...

Esta columna regresa el lunes 6 de agosto.