En cuestión de horas Alejandro Armenta Mier y Fernando Manzanilla Prieto se estrenan como integrantes de la LXIV Legislatura. El primero va al Senado y el segundo a San Lázaro, como coordinador del grupo parlamentario del aún existente Partido Encuentro Social.

Un lazo tienen en común: desde sus respectivas posiciones comenzarán a trabajar proyectos políticos en Puebla, amén de sus responsabilidades en el grupo político al que decidieron unirse cuando las diferencias en sus respectivas corrientes políticas de origen fueron infranqueables.

Armenta Mier y Manzanilla Prieto fueron integrantes de burbujas que formaron personajes antagónicos en la historia reciente. El primero fue priista que trabajó al lado de Melquiades Morales y Mario Marín; el segundo contribuyó a la edificación del sepulturero del priismo en Puebla, su cuñado Rafael Moreno Valle.

Agua y aceite, Alejandro Armenta y Fernando Manzanilla llegaron a tener agrios encuentros en la mesa política que presidía el ex candidato a gobernador impuesto por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, Luis Miguel Barbosa.

Como Torre de Babel, la mesa política de los tiempos de campaña llegó a ser escenario de batalles campales entre quienes la integraron: el senador con licencia Barbosa Huerta, Gabriel Biestro, presidente de Morena y Claudia Rivera, presidenta municipal electa; Nancy de la Sierra, ahora senadora electa y Rodrigo Abdala, coordinador del gobierno federal; Armenta y Manzanilla, por supuesto.

Trayectorias y perfiles completamente diversos que por momentos fueron incapaces de poner sus diferencias y rencillas de antaño, todos.

Destacaron los últimos dos personajes cuando una noche ya con el agotamiento de una intensa jornada de campaña, chocaron.

Manzanilla acusó a Armenta de ser infiltrado del ex gobernador Marín y éste de seguir siendo alfil de Moreno Valle. Impávido, el resto de los asistentes decidieron dejar correr el ríspido intercambio de acusaciones que terminó cuando uno de los dos se levantó de la mesa.

Ese difícil momento quedó atrás, a mitad de la contienda política de la que ambos protagonistas del pleito abierto ganaron sus respectivas encomiendas con votaciones altísimas que dejaron en la lona a sus respectivos adversarios, lo que parece validarlos para el futuro inminente: la perpetuidad del proyecto de Andrés Manuel López Obrador.

Con la moneda aún en el aire, la indefinición de una elección impugnada, a Armenta Mier y Manzanilla Prieto los caracteriza el método como sistema de trabajo y el mínimo espacio para la improvisación; ambos saben que la métrica y la oportunidad en política como casi cualquier actividad humana, premia.

 Así que a partir de este miércoles que protesten el cargo en la ceremonia prevista en San Lázaro y el Senado, comienza un nuevo hándicap en Puebla. Nuevos actores con diferentes circunstancias. Las rencillas del pasado como escena en segundo plano.

Hay que colocar a Armenta y Manzanilla en el proscenio de la nueva coyuntura política del país y el estado. Cruzar apuestas se vale pues otros actores también se colocarán en la meta de salida.