Por horas de diferencia, Víctor Carrancá Bourget, aún Fiscal General del Estado y su operador, Fernando Solís dejarán sus responsabilidades cuando se cumple el primer aniversario del feminicidio de Mara Fernanda Castilla Miranda, la joven estudiante de la Universidad Popular Autónoma de Puebla, que conmocionó a todo el país el 8 de septiembre de 2017.

La pérdida de la vida de Mara Fernanda, una joven de origen veracruzano a quien su familia envió a estudiar a la capital del estado de Puebla para ponerla lejos del clima de violencia e inseguridad del vecino estado, encontró paradójicamente una cruenta muerte a manos de un sujeto de nombre Alexis, conductor de un auto de transporte Cabify, que le llevaba a su domicilio después de haber ido a un antro a divertirse una noche de viernes.

El debate que encendió en redes y medios de comunicación alcanzó a El País y Russian Today, por ejemplo, puso también bajo el escrutinio el trabajo de la Fiscalía General de Carrancá, que a partir del fin de semana próximo estará en la banca.

Es cierto que el presunto culpable fue detenido con la celeridad de la urgencia del caso, que ameritaba prontitud en la indagatoria por la conmoción generada. 

Una marcha multitudinaria fue la respuesta de la convocatoria de la comunidad estudiantil que fue respaldada por el plantel docente de la UPAEP, lo que refrendó la indignación social generada por una muerte que no debió suceder.

La percepción general de hace un año, ante el crimen de Castilla Miranda, fue exactamente proporcional al clima de enojo por la incompetencia de Carrancá Bourget para encontrar el cuerpo sin vida de Paulina Camargo, una muchacha que también perdió la vida a manos de su pareja, Chema el sujeto que tuvo la sangre fría para esconder los restos junto con el hijo que venía en camino.

Debió haber una modificación legal desde el Congreso para cubrir una inconsistencia en el trabajo del equipo del Fiscal General ante el clamor de castigo para un evidente culpable de un doble homicidio —el de Paulina y su bebé nonato— que cambió el rumbo de una familia y también encendió el enojo colectivo. 

Con todo eso deberá cargar el funcionario que se va del tercer piso de la FGE, de donde por cierto, hace semanas descolgaron los cuadros de arte del despacho en donde hace esta semana atendió Carrancá.

La entrega-recepción está en marcha. Pero nada de eso remedia el dolor de las familias que padecieron el infortunio de haberse topado con los feminicidas. 

Hace dos semanas que la familia de Paulina Camargo ofreció una misa por tres años del crimen que aún lastima; en las próximas horas también sucederá lo mismo con el caso de Mara Fernanda. 

Bien vale la pena, desde cualquier expresión de fe, orar por las dos niñas que hacen falta en esas familias, como sucede con otros casos y que nos duele como sociedad.