¡Qué manera de perder y hacer perder el tiempo! Le cuento que ayer por la noche, los diputados electos de Morena citaron a una rueda de prensa con carácter de urgente. Uno imaginaría que se reunían para revelarnos que llamarán a cuentas a Víctor Carrancá, o quizá para anunciar que le iniciaron un proceso legal por sus múltiples pifias ante la Fiscalía General del Estado o algo así, pero no.

Los y las —ahora que está de moda el lenguaje incluyente— diputados electos citaron a la prensa para decirles que son unas santas palomitas y que “los de enfrente” les hacen propuestas “indecorosas”.

Que les ofrecen desde puestos burocráticos en el próximo gobierno estatal hasta bonos económicos o prebendas a cambio de que se “sumen” a la bancada que conformarán los legisladores que llegaron por la coalición “Por Puebla al Frente”.

“Nos quieren comprar para que nos pasemos a la fracción del PAN”, dijeron.

¿Y cuál es la sorpresa? ¿No es más fácil decirle NO al emisario y dejar de quitarle el tiempo a los reporteros? ¿De verdad ninguno de los y las diputadas, que responden a los intereses de Morena, se imaginó que tratarían de comprar su voto en el Congreso local?

Se necesita ser muy corto de visión para desconocer que las concertacesiones políticas son una vieja, muy vieja estrategia política, que no se trata de una artimaña exclusiva del morenovallismo o de Rafael.

Señores diputados, por si su inexperiencia o su corta visión no les permite saberlo, les informo que seducir legisladores es una práctica ancestral en la política mexicana. Ejemplos sobran, lo mismo en los últimos años, que en las épocas del gran partidazo e incluso en la primera legislatura instaurada en 1857, sólo basta leer un par de títulos de la historia de nuestro país para conocerlos.

Éticamente pueden ser muy discutibles esos acuerdos “en lo oscurito”, pero eso no quiere decir que ellos, los diputados que llegaron al Congreso, arrastrados por la ola lopezobradorista, tengan que acceder a las canonjías, tan simple y sencillo que sería que respondieran: “No, gracias”.  

Ninguno de ellos se encuentra presionado para acceder a la manzana prohibida. Tener un puesto de aviador, contar con mayores recursos para una carrera política, un deposito con más de 7 ceros o cualquiera que fuese la oferta, es posible rechazarla.

En esta inexplicable denuncia también brota otra pregunta, si les parece tan malo que un legislador acepte beneficios a cambio de su conciencia o voto en el Poder Legislativo, ¿por qué no levantaron la voz para quejarse de que 5 legisladores postulados por el Partido Verde Ecologista de México se sumaron a la bancada de Morena después de aprobar la licencia de Manuel Velasco?

Tampoco escucho a ninguno de los que serán nuestros próximos congresistas criticando que a Miguel Barbosa le entregaran la candidatura a la gubernatura en Puebla luego que este se llevó a más de una decena de senadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD) al grupo de Morena. ¿Será que las acciones sólo son cuestionables y criticables si provienen del morenovallismo?

Que conste que son preguntas y por cierto, pueden responderlas a través de sus redes sociales para que así no tengan la necesidad de volver a citar a la prensa en plena tarde de tormenta para decir algo tan irrelevante.

¿Algún día entenderán que su tiempo es tan valioso como el nuestro?

Veremos y diremos.