La imagen de la agencia noticiosa Enfoque no admite duda: en la zona en la que ayer fue abierta una toma de gas LP en la zona limítrofe de Puebla y Tlaxcala, a la orilla de la autopista México-Puebla, existe pobreza, huachicol, un costosísimo piso elevado y un majestuoso estadio de futbol renovado.

Militares en señal de alerta, zonas paupérrimas y como fondo ese tramo de concreto imponente, moderno pero inalcanzable para los habitantes de la zona que la milicia cuida de la presencia de los ladrones de combustibles y la cereza: el Cuauhtémoc con su vistosa cubierta azul y blanco alrededor del estadio de futbol.   

Las dos obras son emblema de una gestión de gobierno, la primera que emana del Partido Acción Nacional de Rafael Moreno Valle y un grupo que se distingue por su frivolidad y que al mismo tiempo pretende vestirse de ropajes democráticos y preocupados por las causas más justas de una sociedad que en realidad, repudia.

No puede admitirse como un acontecimiento aislado lo ocurrido al amanecer del miércoles, cuando al filo de las 3:30 de la mañana los habitantes de la zona habitacional de Villa Frontera escucharon el estruendo y luego la propagación del intenso olor a gas que escapaba de una toma de Petróleos Mexicanos, que obligó a todo el aparato estatal a evacuar unas dos mil familias en diez colonias.

El arrojo y arrogancia de los ladrones de combustible va en aumento porque fueron consentidos desde sus inicios y eso sucedió en el sexenio de este personaje, cuando éste se ocupaba de un proyecto presidencial infructuoso. Todo está documentado y ajeno a la interpretación subjetiva.

Si el exgobernador y aspirante a la coordinación senatorial panista le parece que Puebla se convirtió en una especia de Siria por el nivel de inseguridad desatada en los últimos meses, vuelve a ver sólo una parte de la compleja historia del fenómeno delincuencial del que no puede abstenerse.

Lavarse las manos, como se ha caracterizado en otros episodios, es tan convenenciero y cobarde como su conducta reciente en el pleno de la Cámara de Senadores —a donde llegó sin un solo voto, la vía democrática de la que tanto presumió en otros episodios de su vida pública—, y que hoy forma parte del oprobio.

La estadística dice que en 2015, cuando Moreno Valle llegaba a la mitad de su sexenio existían 303 tomas clandestinas. Fue el año en que su secretario de Seguridad Pública, Facundo Rosas era despedido por la presunción de que consentía las tropelías de Antonio Estrada López y Tomás Méndez Lozano, director y jefe del Grupo de Operaciones Especiales respectivamente, inmiscuidos en el robo de hidrocarburo.

La cifra se disparó con el paso del tiempo pues en 2016 ya eran 443 y para el último año de gobierno panista a cargo de este panista, en 2017 ya había 506 centros de abasto para delincuentes que llevan lo robado al vasto mercado negro.

En los últimos tres años de la gestión del senador el número de tomas clandestinas se disparó en casi 100 por ciento. No puede decirse sorprendido, ni ajeno al fenómeno que azota a la región.

El huachicol en Puebla, Guanajuato y Estado de México dejó de ser un problema de carácter local, para convertirse en una actividad criminal que atenta contra la seguridad de cientos de miles de habitantes de los estados en los que ocurre. Casi un riesgo para la seguridad nacional.

La víspera en la madrugada debieron ser evacuadas casi 8 mil personas; hubo paralización de actividades productivas y escolares; la movilización de cientos de efectivos de diversas corporaciones de seguridad y auxilio como Bomberos, Cruz Roja, paramédicos y del Ejército Mexicano.

Los pacientes de un hospital público fueron trasladados a otros establecimientos con todo el riesgo que ello implica.

El grado de tensión ante lo que parecía la inminencia de una tragedia como la de Guadalajara en 1992 que motivó la caída del presidente municipal de la época, Enrique Dau Flores era palpable, latente.

La narrativa de lo sucedido en las últimas horas no debe ni puede ser ajeno a quien ha pretendido ocupar cargos públicos y políticos no obstante el desempeño deficitario como este exgobernador.