La mayoría de los mandos de la Fiscalía General del Estado (FGE), tienen ya sus maletas listas para abandonar las instalaciones, luego de la renuncia de su jefe directo Víctor Antonio Carrancá Bourget, como debe de ocurrir si se siguen los protocolos políticos que indican que los subordinados deben renunciar por mutuo propio, en solidaridad.

En las instalaciones de la Fiscalía no se habla de otra cosa más que la entrega de oficinas, mobiliario, personal, vaya, hasta de la última grapa.

Y es que en esa Fiscalía no puede haber saqueos como ocurrió en el Congreso del Estado, aquí lo que falte tiene que aparecer o ser justificado.

El parque vehicular, el banco de armas, las fornituras, chalecos, informes, identificaciones y otros enseres más, tienen que ser devueltos en su totalidad, en las condiciones que se encuentren. 

La Fiscalía tiene que tener con exactitud contabilizadas las denuncias por robo de armas de cargo, de identificaciones, de documentos oficiales, para no despertar suspicacias. 

Y es que en la actualidad el crimen organizado está utilizando armas, vehículos e identificaciones que se parecen mucho a las originales, si es que no lo son, para perpetrar delitos como asaltos a transportes, robo de hidrocarburos y hasta ejecuciones. 

Esta entrega de haberes y deberes de la Fiscalía debe incluir el listado del personal que fue dado de baja, por no aprobar el examen de confianza. 

En otras palabras deben demostrar que en la Fiscalía no debe de haber personal cachirul, que opere al margen de la ley sin ser lo que no son.

Nos vemos cuando nos veamos.