En esta nueva Puebla que nos ha tocado vivir, vale la pena detenernos para reflexionar sobre la inédita condición política en la cual el Congreso del Estado cuenta con una mayoría opositora al Poder Ejecutivo.

A partir del dos de junio, una vez que se confirmó que Morena como partido tendría más de los 21 diputados requeridos para hacer mayoría, hemos visto a los nuevos legisladores asumir una posición dura, crítica por un lado y por otro, cerrada e intolerante, particularmente en personajes como Gabriel Biestro y José Juan Espinosa.

Sin entrar al debate de las razones justas o no, de sus radicales posturas, es necesario analizar lo que podría suceder en Puebla en caso de que la decisión de los siete magistrados que componen la Sala Superior del Tribunal Federal Electoral de contar “voto por voto”, sea el preludio de la anulación de la elección.

De un plumazo, la anulación de la elección convertiría a estas dos fieras legislativas, en dóciles corderitos.

Me explico.

Si el máximo tribunal electoral determinara la anulación de la elección, en primer término, los diputados locales nombrarían a un gobernador interino, quien convocaría a una nueva elección para gobernador.

Es decir, que ese mandatario sería propuesto por los hoy aguerridos diputados.

No sería extraño ver a estos kamikazes, transformados en serviles levanta dedos del gobernador provisional. Incluso, uno de ellos podría ser considerado para ese interinato, lo cual fortalece mi hipótesis.

Y si después de esa gubernatura temporal, se diera un eventual triunfo de Morena, sobra decir que Biestro y el JJ pasarían a ser los nuevos paleros del Ejecutivo.

En pocas palabras, su línea legislativa depende más de un resolutivo judicial, que de una condición de responsabilidad social.

No hay más que ver lo que está sucediendo en las legislaturas federales, en donde el servilismo y la sumisión son una constante, para saber que ese mismo escenario se trasladaría a la sede del Congreso poblano.

Pero para llegar a este escenario, habrá que esperar hasta que los siete magistrados emitan su veredicto. Y hasta entonces, veremos y diremos.

Lleva y trae

Este lunes comenzará el TEPJF el conteo de los votos que emitieron los poblanos el pasado lunes, pero desde ayer domingo, los dimes y diretes entre ambos equipos –morenovallistas y morenistas– calentaron el proceso.

Los barbosistas sostienen que tanto la bodega donde el IEE resguardaba en Puebla los más de 3 millones de votos, como los propios paquetes electorales, fueron alterados; en tanto los morenovallistas argumentan que se contaron correctamente los sufragios y que los morenistas solo se encuentran tergiversando los hechos y las declaraciones para “tirar” el triunfo de Martha Erika como gobernadora electa.

Por lo pronto, los más de 7 mil 500 paquetes ya llegaron a la Ciudad de México y están listos para que durante los próximos días se vuelvan a contar todos los sufragios. El reto del tribunal federal es mayúsculo, dar certeza y confianza sobre un proceso que tanto se ha manoseado, lo cual, no será nada fácil.

Y en toda esta revuelta surge una pregunta, ¿y si el resultado del recuento del “voto por voto” favorece a quienes hoy se encuentran impugnando la elección a gobernador, entonces olvidarán la frase “al diablo las instituciones” y aplaudirán el nuevo conteo o se mantendrán en su dicho de que ya no son confiables esas boletas porque fueron alteradas por el morenovallismo?