En medio de los jaloneos panistas de los últimos meses a nivel nacional —por la dirigencia nacional y por los cotos de poder en el Congreso de la Unión—, el morenovallismo se quedó en la orfandad. El otrora grupo poderoso que aspiró a llegar a Los Pinos carece del respaldo institucional y del acompañamiento político que debieran venir desde el Comité Ejecutivo Nacional (CEN).

Entre otros muchos factores, la intención del ex gobernador Rafael Moreno Valle de quedarse con la coordinación del Grupo Parlamentario del PAN en el Senado de la República, desplazando a Damián Zepeda Vidales, ha terminado por afectar a la gobernadora electa, Martha Erika Alonso Hidalgo.

La lógica sería que el panismo nacional cerrara filas en torno a ella, en la disputa jurídica por la gubernatura poblana, que vive momentos complicados con el recuento que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ordenó en la paquetería de los 26 distritos electorales, el voto por voto que comenzó este lunes en las Salas Regionales de la Ciudad de México y de Toluca, Estado de México.

Sin embargo, por esa ambición de Moreno Valle y las disputas intestinas, desde hace mucho, desde los tiempos de la campaña, los miembros del CEN no manifiestan con energía suficiente ese respaldo a Alonso.

Apenas han emitido unos cuantos twits, cuando el mismo Damián Zepeda era dirigente, y dos muy breves boletines en la página web del Partido Acción Nacional (PAN). El primero de ellos, incluso con su nombre mal escrito.

Eso es todo lo que ha recibido Martha Erika como apoyo formal del CEN, durante todos estos días complicados.

De los boletines, uno el 8 de julio, cuya cabeza rezó: “Felicita Damián Zepeda a la gobernadora electa de Puebla, Martha Érika Alonso”, y en el cuerpo del texto a ella se le denomina “Martha Ericka” (sic).

Y el segundo de este 20 de septiembre, que se tituló: “Afirma PAN que recuento confirmará el triunfo de Martha Érika Alonso en Puebla”. Solamente eso.

Hay que recordar que, cuando recibió la constancia de mayoría por parte del Instituto Estatal Electoral (IEE), el pasado 8 de julio, nadie del CEN estuvo en Puebla, ni en la sede de la autoridad, ni en la celebración en la Acrópolis.

Por supuesto, del grupo de Anaya no se podría esperar apoyo al morenovallismo, pero al menos de otros grupos sí, pero tampoco se ha dado.

De este modo, el grupo del ex gobernador se ha quedado sólo con sus “figuras” panistas estatales.

Pareciera estar en una especie de aislamiento, orfandad, como si el morenovallismo fuera un náufrago en una isla desierta llamada Puebla, sin que nadie a nivel nacional quiera hacerle caso.

De ese nivel es el encono que ha generado y que se ha ganado Moreno Valle, quien se supone tiene el apoyo de 12 gobernadores, en funciones y electos, para darle golpe de Estado a Zepeda en la coordinación de la Cámara Alta, pero cuya ambición al final de cuentas afecta a la gobernadora electa.

El contraste es notable en el bando del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), en donde ha sido absolutamente manifiesto el respaldo a Luis Miguel Barbosa Huerta, en este litigio electoral.

El de Zinacatepec ha recibido el espaldarazo del presiente electo, Andrés Manuel López Obrador, de los diputados federales y senadores, además de, por supuesto, el morenismo local. Y en ese apoyo, además, han salido las mayores figuras mediáticas y de poder de Morena.

Esa diferencia que, aparentemente sólo tiene un significado moral, pudiera pesar en el ánimo y en la visión de quienes tomarán los resolutivos en este caso.