Hace algunas semanas los propietarios de una pequeña empresa telefónica que trabaja para Telmex se vieron en la necesidad de acudir a la zona de los mercados Unión e Hidalgo y casi encuentran la muerte. Es el hoyo negro, territorio de nadie.

Alguien les sugirió que era el lugar ideal para comercializar unos 14 mil pesos en modems que habían podido cobrar en especie a la empresa para la que ofrecen sus servicios, sin saber lo que iban a encontrar.

No habían terminado de descender de la camioneta en el estacionamiento de la zona cuando un grupo de sujetos los rodeó, cuestionó y levantó, a plena luz del día.

Perdieron mercancía, el vehículo y la tranquilidad. Casi dos días permanecieron en la cajuela de un auto. Los llevaron de un sitio a otro en un recorrido mortal, cuando los abandonaron con todo y auto por el rumbo de Panzacola, Tlaxcala, no sin antes abrir fuego contra la cajuela con la idea de ejecutarlos, pero fallaron.

Nadie quiso denunciar por miedo y por el desprestigio que envuelve a la Fiscalía General que tan empeñoso construyó Víctor Carrancá, el fiscal con licencia y la cauda de funcionarios que aún medran en la institución.

Es el método de trabajo que sigue la banda delictiva que opera en el hoyo negro, según se puede presumir después de haberse confirmado la ejecución del ciudadano italo-mexicano, Paolo Prato Paredes, quien desapareció luego de haberse internado en el Mercado Unión, un sitio en el que lo mismo se encuentran autopartes robadas, estupefacientes y armas.

Paolo fue hijo de un ciudadano italiano y madre mexicana, en Puebla. Estaba de visita cuando la muerte lo encontró en uno de los sitios más inhóspitos de la capital del estado, ya de por sí lastimada por la creciente ola delictiva.

La familia de Prato Paredes confirmó este domingo que el cuerpo embolsado y localizado en Panzacola, el jueves 20 era en realidad el hombre de 27 años que su madre de origen mexicana buscaba desde la semana pasada, para lo cual recurrió a las redes sociales.

El hoyo negro es como se le conoce a esa área entre los mercados Unión y Miguel Hidalgo. Espacio de disputas de grupos rivales, tráfico de todo lo que se puede encontrar en el mercado negro, y levantones. Es el territorio en el que sólo pocos se internan.

Es el sitio de donde salió el comando armado para sembrar el miedo el 1 de julio, que colocó la elección concurrente de Puebla en el centro de la atención nacional por la polarización generada ese día.

El martes 10 de julio la Parabólica.MX narró paso a paso, la trama delictiva del domingo 1 de julio https://www.parabolica.mx/2018/columnas/parabolica/item/7676-paso-a-paso-la-trama-delictiva-del-domingo-1-de-julio

El grillo fue uno de los vándalos que una mano negra llevó a una bodega del Mercado Unión, el punto de encuentro de donde salió un nutrido grupo de pandilleros para reventar la elección del 1 de julio, para lo cual contaron con todo un aparato logístico consistente en medios de transporte, dinero en efectivo y armamento”.

Al grillo “lo describen como un sujeto sin atisbo de humanidad, capaz de martirizar hasta la muerte a sus enemigos. Desmembrarlos de a poco para alargar la agonía...”

Y fue uno de los principales cabecillas que participó en el enfrentamiento de la colonia Clavijero, en marzo de este año con saldo de un elemento de la Policía Ministerial muerto, dos civiles y una larga guerra entre bandas que buscaban el control de la plaza.

El hoyo negro de la zona de los mercados Unión e Hidalgo se ha convertido en una fuente inagotable de actos delictivos con saldos extremadamente sangrientos.

A la complejidad propiciada por la precariedad y falta de oportunidades habría que añadir la complacencia de grupos de poder político en complicidad con funcionarios aún incrustados en la Fiscalía General del Estado.

La impunidad evidente no se puede entender sin el manto protector del poder público que tiene en gente como el grillo y otros personajes de los sótanos de la sociedad como a perros de reserva listos para el trabajo de contención como el del 1 de julio.

El caso de los empresarios y proveedores de Telmex y el ciudadano italo-mexicano son a estas alturas el daño colateral que nadie podrá admitir.