Para quienes piensan que no hay nada como la victoria, debo decirles que Morena podría ser el mejor ejemplo de lo grave que es, cuando no se está preparado para triunfar.

La falta de estructura real, formación política, experiencia administrativa y niveles educativos mínimos; contrastados con la ambición, hambre y obsesión por el dinero y el poder, terminarán generando una crisis terrible al interior del llamado Movimiento Regeneración Nacional.

Y es que este movimiento monoteísta, ya fue abandonado por su guía, una vez qué pasó del evangelio a prepararse para el ejercicio del poder.

Era previsible. Una vez convencido el pueblo, ahora hay que gobernarlo y esto no se logra con doctrinas, sino con acciones reales de poder.

Con la pérdida de su líder, que anda en la campaña de despedida de su apostolado, los seguidores de Morena viven en una orfandad inesperada, en la que no existe una sola figura que pueda poner orden entre los desenfrenados y desorientados militantes.

En un comparativo simplista, estamos ante aquel primer viaje de los padres, en el que deciden dejar solos a los hijos pubertos.

Una vez que se cierra la puerta y los papás arrancan el auto, el primer paso es checar que estén lo suficientemente lejos para iniciar el desenfrene.

Y justo eso hicieron los morenos en Puebla después de la elección, con el desaguisado en el Hotel MM. Y una vez hecha la gracia se detuvieron a esperar la posible reacción. Al no haberla, celebraron su libertad con las primeras pachangas del verano.

Regresando a nuestro ejemplo, al confirmar su libertad, inicia en casa la guerra por el poder. El hermano mayor toma las llaves del coche, el dinero dejado por el papá y decide dormir en el cuarto principal. Si no sale algún hermano rebelde, será desde ese momento el amo y señor de la casa. Sobra decir que si hay servicio doméstico, este también deberá obedecer al nuevo patrón.

En el caso de los imberbes morenos, eso exactamente sucedió cuando José Juan arrebató llaves, coche, chacha y todo lo arrebatable sin preguntarle a nadie. Biestro pidió a cambio de su sumisión que lo dejaran participar en todas las pachangas.

No faltó el clásico tío sonsacador, quien desde la distancia aconsejó a los sobrinos para hacer de estas, unas vacaciones inolvidables. No hace falta decir quién es el tío.

De vuelta a la casa vacacional, tenemos que con el correr de los días, las primeras noches libres de padres, suelen no tener madre. Fiestas desenfrenadas con amigos, alcohol y una que otra compañera o vecina despistada. Escándalos en todo el vecindario con las quejas consabidas y que retumban en la casa del presidente de la colonia.

En el caso de los teenagers morenistas, ellos siguieron la vacación con marchas, ruedas de prensa, rebeliones y haciendo del Congreso el reducto para dar rienda suelta a su esquizofrénico libertinaje.

Es tan seductor ese poder, que Biestro decidió seguir los mismos pasos de su hermano mayor y se quedó también con las llaves y el dinero del recinto estatal de Morena.

Por supuesto, todo tiene límites y al igual que en la casa motivo de nuestro comparativo, los hermanos menores, la parentela y los vecinos terminan por no soportar los excesos, hoy en Morena imploran que alguien llegue a ponerles orden.

Francamente esto se antoja harto difícil, principalmente porque en igual o menor medida, esto se repite prácticamente en todo el país.

El zafarrancho de ayer en Acapulco con sillas voladoras en pleno foro de educación nos muestra cómo están las divisiones internas por todo lo que está en juego.

El pleito por la asamblea ayer aquí en Puebla por tres secretarías y la mano negra de Biestro no son hechos aislados.

Por todos lados andan desatados.

La falta de liderazgos regionales ha generado guerras fratricidas en todo el territorio Morena, que para ser realistas, es todo el territorio nacional.

Es notorio que además de buenas expectativas e ilusiones de transformación, también existen ambiciones desmedidas de poder y dinero.

Lo que, regresando al tema de las vacaciones familiares, surge la duda de lo que sucederá cuando el papá regrese.

Hoy, el jefe único anda de gira agradeciendo a propios y extraños, pero llegará el momento de volver.

Y es ahí en donde AMLO se encontrará en la disyuntiva de dar un fuerte manotazo en la mesa para poner orden; o si prefiere consecuentar y justificar a sus inquietos y rebeldes pubertos, que convirtieron la casa en una hedionda piquera, en cuanto el jefe puso un pie fuera de ella.

Así las cosas, por más vueltas que le doy al tema, no comprendo si la parsimonia de AMLO está fríamente calculada, o si obedece a que simplemente no se entera.

Los pleitos intestinos entre seguidores de la coalición Juntos Haremos Historia crecen, el enojo también, mientras que las actitudes de sus líderes se mantienen.

Ahora que este partido goza de una amplia mayoría, espero que pronto aparezca una mano firme que ponga orden entre todos estos personajes a los que el poder los está volviendo locos. Literal.