Una de las finalidades del Poder Legislativo de cada entidad federativa es ser un órgano representativo de la sociedad y velar por los intereses de la población.

Se gobierna también legislando.

El pasado 1 de julio, emerge una nueva fuerza política en nuestro estado y en nuestro país que abrió, una esperanza renovada para las mayorías de este país que exigen de prácticas políticas distintas.

A veintidós días de iniciados los trabajos en el Congreso de Puebla del cual formo parte, me parece que se ha dado una percepción distinta.

Me ha llamado poderosamente la atención la percepción que he encontrado sobre el Congreso del Estado: "Es lo mismo de siempre”, “parece que no saben lo que hacen", "solo se pelean entre ellos", "solo quieren ser protagónicos", "hacen solo lo que les conviene", "es lo mismo que siempre criticaron: las mayorías aplastando a las minorías", entre un largo etcétera.

Durante el fin de semana me dediqué a conversar con muchas personas; hombres y mujeres tanto de la capital como de la sierra norte, de la Mixteca y la zona metropolitana para conocer su punto de vista y en algo coinciden: la LX Legislatura esta distraída, pareciera que la controversia post electoral está detrás de todo, queriendo ser juez y parte de un asunto que no está en nuestras manos resolver. 

Por supuesto, este ejercicio de escuchar y dialogar implicó el acercamiento con personas de diversos partidos políticos: tanto de izquierda, como de centro y derecha. 

De ahí que me parece, es momento de hacer uso de la autocrítica necesaria siempre para cambiar lo que no estamos haciendo bien o para reforzar en aquello en lo que sí se están dando resultados.

Esto implica repensar el quehacer legislativo, que incluso pasa por considerar que en una democracia se llega a oponerse a posiciones, hasta con encono -si así es su estilo- pero jamás, se debe llegar al extremo de paralizar nuestra propia misión legislativa.

El Congreso no tiene facultades para resolver -en la instancia actual que presenta- el proceso electoral de la gubernatura del estado. No se trata de ser omisos pero si institucionales, cumpliendo con nuestra obligación como legisladores, de ahí que me parece que lo más sensato para ambas partes sería, permitir que las instituciones como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resuelvan lo conducente en cuanto a la elección de la gubernatura, lo cual nos llevará a respetar tiempos, métodos y determinaciones, con el mismo respeto que esperamos, que el entorno social respete la forma como legislamos. Lo cual también nos llevará a ocuparnos de lo que la población está esperando de nosotros para generar las condiciones de progreso e igualdad.

Si bien es natural que como ciudadanos, con legítimos derechos políticos, siempre busquemos que nuestros institutos partidistas destaquen y logremos mostrarlos como la mejor opción para la población; eso no significa trasladar un interés cupular a un espacio donde debe imperar la imparcialidad, sin colores partidistas, sino con una visión que permita dar resultados a las exigencias de una sociedad cada vez más desilusionada de la clase política.

Puebla enfrenta retos mayúsculos. En esta disputa los únicos perjudicados son los poblanos/as, de ahí que el Congreso y su tribuna debe dejar de ser ring político para convertirse en la voz de la sociedad. 

Decía un experimentado y brillante legislador hoy miembro distinguido de ese Movimiento que nos conduce a esa prometida nueva República que comenzó a hacer historia en Puebla el 15 de septiembre desde su Congreso: debemos trascender la particularidad de ser plurales, incluyentes y profesionales, hasta en el trato, sin tomar jamás las fobias ni las filias que algunos políticos suelen tener, porque después de los insultos en tribuna lo que sigue son los golpes…justo esto es, en lo que están incurriendo estas nuevas mayorías. Conductas que supuestamente iban a combatir.

Si la exigencia poblana es que no se quiere más un Congreso comparsa, que se convierta en solo una oficialía de partes, o sea una continuación del poder ejecutivo, tenemos la obligación de visibilizar que no podemos llegar al extremo de paralizar nuestra propia misión legislativa. 

Estoy segura que todas y todos queremos devolverle la dignidad y la eficiencia al Congreso, por ello debemos poner un alto a la polarización y asumir con responsabilidad lo que nos toca hacer: legislar.