El domingo a las tres de la tarde el ex gobernador Rafael Moreno Valle y su esposa Martha Erika Alonso Hidalgo ingresaron al restaurante El Remoto, en la zona de Angelópolis. El senador plurinominal vestía ropa informal.

Con grandes trancos cruzó por el vestíbulo de la plaza con la ex candidata a gobernadora a un costado ante la indiferencia de la gente.

Y es que Moreno Valle es ignorado, no obstante el perfil megalómano con el que se condujo cuando despachó en Casa Puebla de 2011 a 2017.

Difícil para un hombre que centró en el culto a la personalidad el deficiente modelo de comunicación que sus respectivos directores de área ejecutaron en detrimento de las audiencias que terminaron por reprochárselo, o ignorarlo.

No son los mejores días para el aspirante perenne en las filas del Partido Acción Nacional, desde que perdió la última batalla para ser dirigente nacional de ese partido político.

 

Por decisión propia o por la escasa influencia que tiene entre el grupo senatorial al que pertenece, se ha convertido en un fantasma en el recinto.

No sólo tomó como decisión unipersonal abandonar su lugar como vicepresidente de la Mesa Directiva cuando su compañera de Cámara, Nancy de la Sierra Arámburo utiliza la tribuna para fustigar los excesos de lo que queda de su grupo político en Puebla, sino en momentos clave para legitimar sus nuevas aspiraciones: la coordinación del grupo senatorial de Acción Nacional, en manos de Damián Zepeda Vidales.

A diferencia de sus compañeros de bancada, el ex frustrado aspirante a la candidatura presidencial panista decidió ausentarse en los momentos en que fijaron posturas sobre temas de agenda que él decidió desatender. Fueron momentos precisos para lanzar señales de unidad que sin embargo no sucedieron.

Olvidó el axioma de Fidel Velázquez, el viejo dirigente obrero cuyo origen partidista corresponde al del propio ex mandatario: el que se mueve no sale en la foto. Y Moreno Valle se ha movido de todas, hasta convertirse en un senador que vive en las catacumbas del Senado.

No estuvo en la rueda de prensa del grupo parlamentario al que pertenece, el 4 de septiembre durante la presentación de 10 Acciones por México; tampoco estuvo el 9 del mismo mes cuando sus compañeros anunciaron que se propondría reducir el Impuesto al Valor Agregado (IVA)  de 16 a 8 por ciento en las fronteras del país.

Por abulia o estrategia también se ausentó el 11 de septiembre, cuando el grupo parlamentario del PAN anunció la iniciativa para reformar la Procuraduría General de la República a una Fiscalía General. Tal vez desestimó su participación porque él mismo en Puebla convirtió al ex titular de la PGJ en una versión local de un #FiscalCarnal con Víctor Carrancá; y también cuando el 13 de septiembre el grupo legislativo panista anunció otra iniciativa para eliminar el fuero a todos los funcionarios de alto nivel, como él mismo lo ha sido.

No sólo ha carecido de voluntad para ganarse un liderazgo legítimo entre sus correligionarios y propiciar con menos turbulencia un eventual cambio de coordinación, sino para trabajar propuestas legislativas que caen en el ámbito senatorial.

La productividad de Moreno Valle en esa instancia ha sido nula, o se ha reducido a aparecer en las fotografías al lado de los secretarios de despacho de Enrique Peña Nieto que aún comparecen para la glosa del último informe presidencial.

Si acaso salió de ese ostracismo cuando el 25 de septiembre fue aprobada la subcomisión especial para dar seguimiento al caso del fraude electoral en Puebla, del que todo mundo lo responsabiliza. Nada más. 

El mandatario que exigía a gritos y ofensas imágenes sin dobles alguna en la solapa del saco para llenar la prensa dócil durante su gestión se desdibuja y desaparece como ocurrió el domingo que cruzó el umbral del restaurante de la zona de la Angelópolis, ante el desinterés obvio de comensales.

Moreno Valle es el fantasma del Senado sin posibilidades de convertirse en el coordinador o futuro presidente del Senado. Al fin y al cabo, nadie en este momento imagina a Andrés Manuel López Obrador como presidente ser acompañado por éste habitante de las catacumbas en su calidad de líder senatorial.