No conformes con el mundo,

y cada vez a menor edad,

 los niños extienden

su dominio al futbol.

 

Cuenta Sergio Pitol que su romance con los libros se forjó desde muy niño, con apenas cuatro años, y a causa de una pelea surgida en un partido de futbol. Entre el montón de niños, uno de ellos salió entre alaridos por una mordida en el brazo y Pitol, sin haber hecho absolutamente nada, fue acusado por el agravio.

No me atreví a reincidir en el mundo agitado y jubiloso de mis contemporáneos, conformándome en el más apacible de la sirvienta que me enseñaba a leer, confesó el escritor en algunas de sus memorias.

A diferencia de Pitol, quien afortunadamente no volvió a tocar un balón para regalarnos su obra, incomparable y exquisita, son hoy más los niños que, no conformes con el mundo, y cada vez a menor edad, extienden su dominio al futbol.

Este domingo, el uruguayo Fernando Ovelar, en el clásico de su país entre Olimpia y Cerro Porteño, en apenas su segundo juego como futbolista profesional, marcó la primera anotación de su carrera y, a la vez, el tanto del triunfo de su equipo, con apenas 14 años, 9 meses y 27 días de edad.

¿Qué estaba haciendo yo a los catorce años?, puede ser la pregunta que todos pensamos al escuchar que el niño Ovelar (porque no hay que perder de vista ese pequeño dato, que el uruguayo es un niño), ha hecho lo que todos soñamos con hacer algún día, y precisamente a los catorce años.

El niño sabe que su única superioridad estriba en el hecho de aún ser niño, porque al serlo no comprende muchas cosas… Cuando sea mayor tendrá que tratar de comprenderlas y eso va a producirle más de un grandísimo fastidio, agregaba Pitol.

Llegará el momento en que Ovelar comprenda, de principio a fin, lo que ha logrado. Afortunadamente, para esos fastidios, faltan muchos años.

Nos leemos la siguiente semana. Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.