Eran las 6:06 AM de ayer, cuando empezó a repicar mi celular. Justo seis minutos después de haberse liberado el reportaje principal de Intolerancia Diario en nuestro portal digital, su actor principal ya lo había leído.

“Saludos amigos.

De risa tu investigación, un refrito más de los inventos de campaña. Que divertido.”

Lo dejé en visto e inicié mi revisión cotidiana a los medios, hasta que volvió a repicar el WhatsApp. Había pasado poco más de una hora cuando José Juan Espinosa reapareció para reclamar e insultar.

El sujeto que me aseguró estaba harto divertido con mi reportaje, había desaparecido. En su lugar, apareció un furibundo JJ que buscaba pelea a la distancia.

Minutos después, apareció en un video acusando a Intolerancia Diario de morenovallista. Así como usted lo lee.

Al no encontrar razón para que se publicara una investigación perfectamente documentada en su contra, lo único que se le ocurrió es que éramos enviados del ex Señor de los Cerros.

 Y fue a más. Para explicar el modus operandi mediante el cual bajó de su 3de3 sus propiedades a través de donaciones a sus hijos, dijo que lo hizo a consejo del ex alcalde pianista Eduardo Rivera, quien le sugirió deshacerse de su patrimonio para que no se lo fuera a quitar Moreno Valle.

Y no reparó en tratar de embarrar a AMLO en su cochinero, cuando dijo que igual que Andrés Manuel le heredó a sus hijos, él hizo lo propio con los suyos. Y nos dijo —imagino que a Maldonado y a mí— cobardes por haber metido a sus hijos.

Es evidente que no le conviene entender que el verdadero cobarde fue él, cuando para esconder sus propiedades, involucró a sus hijos, donándoles diversos inmuebles.

Por qué no dice que les donó y que se reservó el usufructo vitalicio a su favor. Es decir que todo lo que le generen será para él hasta que se muera. Bonita donación.

 Y mientras llegaba la hora de la sesión, volvió al WhatsApp y me escribió amenazante: “Te brindo el toro de hoy en tribuna y la putiza a tu amigo Gali.”

“Díselo a él, por mi arráncatela!”, le contesté.

Porque explicarle con otras palabras que nuestra investigación fue por interés periodístico y no por encargos políticos resulta una pérdida de tiempo.

Pasaron más horas y el que a las 6:06 dijo estar muy divertido, no llegó jamás al Congreso del Estado. El que sí llegó fue un energúmeno, demacrado y con ganas de reventar contra el mundo.

Estando sin estar, espero su turno para subir a tribuna para hacer su numerito.

Tomó nuevamente un ejemplar de Intolerancia Diario y al empezar su discurso lo enrolló y dijo: “No somos perros; ¿saben para lo único que funciona este?, —al tiempo que golpeaba con rabia el atril hasta cinco veces hasta tirarlo al suelo con señal de desprecio—, para domar a sus mascotas. Nosotros, no somos sus perros”.

Evidentemente el desquicio ya había hecho presa al diputado del PT, lo cual hizo aún más burda su actuación.

Más tarde, ante los medios intentó descalificar a Intolerancia Diario y en particular a este columnista, sin darse cuenta de que era el hazmerreír de propios y extraños.

Ya para esa hora, las redes hervían y los portales replicaban la información. Medios nacionales retomaron el tema y la viralización de la fortuna millonaria de José Juan era imparable.

A las 3 de la tarde, todos hablaban de José Juan. Mal por cierto.

Por obvias razones, el enojo siguió creciendo, al mismo nivel que la información en las redes.

Y José Juan, seguía con su cortina de humo culpando al morenovallismo de su tragedia, argumentando que era una respuesta a que les va a abrir sus cuentas.

No se da cuenta que cada día se parece más a Moreno Valle, quizá porque no olvida a su primer jefe, o porque quiere ser como él, o porque portan el mismo ADN. Pero lo que es un hecho, es que Rafael ya tiene en José Juan a un discípulo a imagen y semejanza.

Tal para cual.

Periodicazos a la Máxima Tribuna

Aunque el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define “Tribuna” como: plataforma elevada desde la cual se lee o perora en las asambleas públicas o privadas. En la política este significado va más allá, pues en el poder legislativo representa el principal lugar para expresar el libre pensamiento.

Los cinco periodicazos de José Juan Espinosa a la tribuna del Congreso con un periódico ejemplificando que no les tenía miedo, se convirtió en una grave falta de respeto al principal símbolo de la expresión de ideas en Puebla. No es casualidad que se le llame: La Máxima Tribuna del Estado.

Por su mente jamás pasó la idea de que no estaba atacando a Intolerancia Diario, sino a un símbolo de los poblanos.

Para su mala suerte, JJ volvió a ser víctima de su propio síndrome y su lengua actuó más rápido que su mente.

Una más y las que nos faltan por ver.