Después de la controvertida consulta popular con la que el presidente electo justificó la cancelación del aeropuerto de Texcoco y de las nuevas consultas para legitimar el proyecto del tren maya, nos encontramos con que esa fiebre ya contagió al presidente municipal de Tehuacán Felipe Patjane, quien anunció su propia consulta ciudadana para decidir si se permite o no la instalación de ambulantes en el centro histórico.
Hay que recordar que el 10 de octubre de 2017, durante la administración municipal anterior, un centenar de ambulantes fueron desalojados de las calles del primer cuadro por lo que acudieron ante la justicia federal para solicitar un amparo, mismo que les fue otorgado a un grupo que hoy exige su reinstalación.
Ante la presión de los ambulantes, el presidente tehuacanero decidió resolver este conflicto con una consulta.
Así como usted lo lee.
Les va a preguntar a los habitantes de esta ciudad, si quieren o no, que regresen los ambulantes al centro histórico.
Es ridículo que un presidente municipal recurra a una consulta sobre un tema que debe resolver él y nadie más.
En primer término, si el amparo otorgado a los ambulantes lo obliga a permitir que se reinstalen, la consulta sale sobrando.
Y si jurídicamente no está obligado a ceder las calles al comercio informal, pues tampoco cabe una consulta.
Su obligación es regular a los comerciantes irregulares y aplicar leyes y reglamentos.
Imagínense la pregunta:
¿Está usted de acuerdo en que regresen los vendedores ambulantes a las calles del centro de Tehuacán?
Y dos opciones de respuesta, con el sí y no a manera de disyuntiva.
¿Para qué demonios sirve un alcalde, si tiene que preguntarle al pueblo si aplica o no la ley?
A ese paso, mañana les va a preguntar si quieren más prostíbulos y si gana el sí, pues a apoyar a la industria del talón porque así lo quiso la gente.
Y ya que andamos en esas, pues que haga una consulta para ver si quieren o no pagar el predial.
Total, el pueblo manda, ¿o no?
Diferente color, las mismas mañas
En el ejercicio del poder, las promesas de campaña se olvidan y se caen en las acciones que se criticaron.
Así sucedió en la actual legislatura local, que cada día despidieron a dos empleados para acumular 52 trabajadores en el primer mes de actividades.
En campaña, los candidatos de Morena criticaron hasta la saciedad al morenovallismo por haber despedido a burócratas, hoy realizan lo mismo, sin hacer un análisis real de las capacidades, aptitudes y actitudes de los empleados los despiden por el simple hecho de haber trabajado en la pasada legislatura.
Tal es su fobia que los legisladores de Morena creen que los empleados del Congreso son sus enemigos y pueden convertirse en espías al personal y por ello, prefieren darlos de baja.
Ver para creer.