La Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador genera dudas desde hace semanas. Los acertijos no vienen precisamente de la derecha, o la clase fifí como ha bautizado el Presidente de México a sus críticos.

Más bien provienen de un sector intelectual habitualmente reconocido por sus aportaciones a las mejores causas de la sociedad y del avance democrático en México, del que el propio López Obrador ha sido beneficiario en detrimento de la prepotencia de una clase política identificada con el PRI y el PAN.

En los trabajos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara tocó ayer jueves a la coordinadora de la campaña presidencial, Tatiana Clouthier escuchar a José Woldenberg fustigar al tabasqueño con una argumentación suficientemente solvente por dos temas fundacionales: la libertad de expresión y las consultas ciudadanas.

El sarpullido que genera ambos tópicos es retroceso frente a los avances de la sociedad y su modelo de democracia representativa. No se resienten muchos adjetivos para dimensionar el tamaño del reto a partir del sábado 1, fecha clave  para la nueva etapa mexicana.

No es que el autor de la Parabólica haya decidido mutar a la llamada #PrensaFifí, sino a subrayar la sensibilidad exacerbada de la clase política de Juntos Haremos Historia respecto de la crítica de los medios.

López Obrador que ha resistido prácticamente todos los embates de un sistema político que lo ninguneó por años, terminó dando ejemplo de lo que será una relación difícil con sus críticos, particularmente la prensa insumisa.

El ejemplo en Puebla lo han seguido Claudia Rivera, la presidenta municipal de la capital; el presidente de la Mesa Directiva, José Juan Espinosa; el ex diputado Gabriel Biestro, presidente del Congreso; y hasta Luis Miguel Barbosa, el ex candidato a gobernador que se empeñó en mostrarnos un rostro adusto frente a la crítica.

Es cierto que existe un sector en los medios caracterizado por una línea editorial particularmente crítica respecto de la nueva fuerza dominante. Sin embargo debe decirse que siempre será mejor tener una oferta amplia en la generación de contenidos informativos que una prensa dominada por el poder público.

Será más valioso el aporte a la sociedad un clima de equilibrio informativo que el regreso al país de un sólo hombre, como ocurrió en el priato de Luis Echeverría Alvarez o José López Portillo, dos presidentes a quienes la historia los tiene en un triste rincón; o del general Rafael Moreno Valle, el ex mandatario poblano repudiado por los de su generación y su engendro, el senador del mismo nombre, otro ex gobernador de triste memoria.

Nada tan repudiable como el capítulo de la historia que vio encumbrar a hombres del mal en el poder absoluto que repudiaron la crítica y extinguieron casi hasta el final, el saludable ejercicio de la crítica y el equilibrio social. No repetir la historia parece haberse convertido en un dogma que sólo será develado después del sábado próximo.