La reingeniería en el Hospital del Niño Poblano ocasionó un paro de labores por parte de los médicos residentes, quienes denunciaron el recorte a sus becas y una serie de carencias al interior de organismo.
La protesta comenzó desde la mañana de este jueves y terminó a las 21 horas, bajo amenazas de denuncias penales por abandono de pacientes, repercusiones académicas y sanciones administrativas, con lo que los médicos se intimidaron y regresaron a laborar.
Fueron más de 50 médicos residentes los que pararon labores al no ser respondidas sus demandas por las precarias condiciones en las que efectúan su trabajo.
Los residentes señalaron a Intolerancia Diario que al no ver apoyo del personal del HNP, que vive en el miedo, prefirieron regresar a laborar, luego de las amenazas de funcionarios de la Secretaría de Salud (SS).
La gota que derramó el vaso para los galenos es que, sin aviso alguno, no se les depositó su dinero completo correspondiente a la beca que disfrutan al estar cursando su carrera de especialidad.
Pero esta situación es sólo una de las anomalías que vienen sufriendo los médicos residentes desde antes que iniciarán los trabajos de remodelación del HNP, ya que ahora ni siquiera tienen lugar donde dormir.
Además, los médicos residentes están exigiendo que se homologuen sus becas de 5 mil pesos a las que entrega la SS, de 7 mil pesos mensuales aproximadamente.
Para “desactivar” el paro tuvieron que llegar a amenazar los funcionarios Rodolfo Martínez, subdirector de Investigación y Enseñanza en Posgrado, y Fabiola Trujeque, jefa del Departamento de Servicio Social y Residencias Médicas, y el coordinador estatal de Residencias Médicas.
Los funcionarios de la dependencia estatal les indicaron que no estaban en sus manos la homologación de las becas porque ya existía un presupuesto. En tanto, les prometieron buscar una zona de camas para su descanso y un área de biblioteca.
Pero los residentes no fueron los únicos en sufrir el recorte de poco más de 500 pesos cada uno, sino todo el personal del nosocomio, solo que fueron los únicos en levantar la voz por la situación, debido al temor con que laboran los demás trabajadores.
Ahora los galenos, que estudian las especialidades de Pediatría, Cirugía Pediátrica, Neonatología, Anestesiología Pediátrica, Medicina del Enfermo Pediátrico en estado Crítico, formarán un comité para seguir con las exigencias pero administrativamente.
“Nos regañan, nos reprenden y ahora la verdad si intimidan con las amenazas y es que hay mucho miedo en el hospital, sobre todo en enfermería que es una de las áreas de las más oprimidas, tienen miedo de que nos corran”.
Otra forma de presión fue la llegada de al menos 10 ambulancias, cuyos paramédicos fueron utilizados como médicos en lo que estaba el paro, además que amenazaban con llevarse a los niños a otro hospital para empezar a iniciar acciones legales en su contra.
“Llegaron las ambulancias, pero la verdad es que no había necesidad de ello, ya que estaban los médicos adscritos o de base trabajando de manera normal, fue para intimidarnos”, dijeron unos residentes.
Niños en peligro
Entrevistados al término de la última reunión nocturna, los doctores —que por temor a represalias prefirieron omitir su nombre— señalaron que trabajan en las peores condiciones laborales, lo que repercute en los pacientes.
Señalaron que en esta reunión los funcionarios estatales les dijeron que se preocuparan más por los niños que están a su cargo, pero en respuesta les señalaron que si a la dependencia eso les preocupara, les darían medicamentos, ya que carecen de ellos.
“Preocupaba mucho la salud. No faltarían medicamentos, lo más indispensable. No hay.
”Si antes el hospital estaba jodido, ahorita está peor”, dijo una de las doctoras residentes en tono molestó al señalar que no cuentan con los medicamentos suficientes para los tratamientos de los pequeños.
“Tenemos a niños entubados sin sedantes, tenemos que estar viendo de donde sacar para atenderlos (…) tenemos prohibido pedir medicamentos a los familiares, pero ni nos traen los medicamentos, pero tampoco no dejan pedir”.
Explicó que de este modo los pacientes sufren mucho al estar entubados sin sedantes, semi-despiertos.
“Batallamos mucho nosotros por ver qué aplicarles, vemos de que otro servicio agarramos, a ver si les sobra en otra parte, así nos la pasamos pepenando por medicina”.
Incluso, reveló que llegan a aplicar medicamentos que no son convenientes por la edad del niño, las que se trata de dar en menos dosis u otro medicamento.
Y dieron por ejemplo la carencia de Fentanil para anestesia, que se aplica a neonatos, pero al no haber se les aplica Mirazolan, que es un hepatotóxico (sufre el hígado) y como ésos, varios medicamentos tienen que ser sustituidos.
Las exigencias
Mediante un pliego petitorio —en poder de Intolerancia Diario— entregado a directivos del HNP, los médicos enumeraron las anomalías y condiciones precarias con la que desempeñan su labor al cuidado de infantes enfermos.
Para ello los quejosos iniciaron la protesta con una junta de asamblea en el auditorio, a la cual acudió por la mañana la directora Sagrario Villamil Delgado, quien de forma altanera y a gritos les pidió que regresaran a sus labores, señalaron.
Inclusive, aseguran que al leerle el pliego petitorio, la funcionaria pública poca atención puso al estar más pendiente de su teléfono celular y en la reunión de la tarde ya ni asistió, mandando solamente al director de Enseñanza.
En el punto número uno, señalan que en la quincena del 31 de mayo no fue depositado en su totalidad el pago de beca y complemento, sin dar explicación alguna de la situación ni siquiera reflejando el descuento en el recibo.
Ahora los trabajadores tienen que hacer una petición por escrito para que se les deposite el dinero.
El segundo punto del pliego petitorio señala que a pesar de la transición del hospital de organismo descentralizado a Servicios de Salud del estado de Puebla no han sido homologadas las becas con lo que perciben los residentes de hospitales generales.
Este punto sigue trabado luego de que en la reunión vespertina los directivos les fueron claros que no estaba en ellos resolverlo, debido a que es una situación que tendrá que decidirse en oficinas centrales de la Secretaría de Salud.
El punto tres señala que debido a las obras de construcción que hay en la zona no cuentan con una biblioteca y medios electrónicos de apoyo académico con el que se contaba.
El cuarto punto pide mejoras a las zonas de descanso médico y para resguardo de objetos personales llamado Residencia Médica, ya que fue clausurado y ocupado como bodega por parte de los Servicios de Enseñanza.
“De no contar con resolución favorable a las peticiones (…) los residentes del Hospital del Niño Poblano nos reuniremos en asamblea permanente hasta obtenerlas”, señala el final del texto.
Precarias condiciones
En un recorrido de Intolerancia Diario por la zona, se comprobaron las condiciones precarias de las que sufren los médicos residentes, además de que el edificio está plagado de goteras.
Los médicos ahora tienen para dormir sólo tres literas, dos para mujeres y una para hombres, en las que se tienen que turnan, sobre todo por las noches para descansar de las largas jornadas laborales.
Un residente llega a trabajar diariamente de 6 a 22 horas, si no hay alguna complicación, y en caso de tener guardias trabajan 24 horas continuas.
Por lo mismo es indispensable el área de descanso, y cabe decir es ocupado en la mayoría de los casos por médicos adscritos o de base, sobre todo por las noches, por lo que los residentes llegan a dormir en el suelo, explicaron.
En el pequeño cuarto de las doctoras residentes se encuentran las dos literas, junto a unos casilleros donde guardan sus pertenencias, todo por debajo de un techo casi cayéndose, el cual apenas repararon con tela adhesiva, sin contar la pestilencia del baño.
Pero el cierto de los hombres es mucho más pequeño, ahí solo cabe una litera, todas se turnan para descansar al menos 50 médicos, si no llegan los doctores de base (o jefes) para quitárselas y dormir ellos.
Asimismo, en el recorrido se comprobó que existen goteras por todos lados, inclusive en la zona de la sala de espera, donde pacientes con niños en su mayoría tienen que estar esquivando el agua que cae, a pesar de que en el momento del recorrido no llovía.
Hasta en la mesa de la recepción los trabajadores colocaron dos cubetas y hasta una sombrilla (priista, de campaña) para evitar que se moje la zona.
Asimismo, en uno de los pasillos existe una zona de “guardabultos”, donde familiares de los pacientes pueden dejar sus pertenencias, ante la vista de todos.