“¡Uy, ya me he acostado como con mil 2 mil hombres mínimo, a lo mejor hasta me quedo corta!”,  `comentó Brenda, entre risas, broma y verdad. Apenas está por cumplir los 20 años y ya es una prueba viviente de la explotación sexual en Puebla, la que no reconoce.

Como Brenda, decenas de mujeres son explotadas en el negocio de la prostitución en antros, bares, tables, casas de citas y en las calles, a la vista de todos y las 24 horas del día.

En plática con el reportero, la sexo servidora -quien por obvias razones pidió el anonimato y cambio de nombre- reveló que ha sido explotada por su novio desde pequeña, cuando la convenció de salirse de su casa para casarse.

La mujer accedió a la plática en el mismo table dance donde trabaja, ya que su marido o padrote la vigila todo el tiempo y no deja hablar con nadie a menos que sea en la mesa del congal con un cliente.

No se necesita tener una gran red de prostitución o pertenecer al crimen organizado para ser considerado tratante de blancas, ya que con una sola persona que se explote, se está cometiendo el delito, como en su mismo caso de Brenda.

Dijo conocer decenas de mujeres que han sido y siguen estando explotadas tan solo en los centros nocturnos de Puebla, las que como ella, no llegan a ver los frutos de su trabajo en el table, ya que el 90% del dinero se lo lleva el padrote, “Solo les dejan para comer”.

“Por ejemplo, a ‘Thalía’ –señala a una mujer en otra mesa- llega a ganar hasta cinco mil pesos en una buena noche y la pobre no tiene ni para el camión, su esposo la controla totalmente, le quita el dinero, solo le da de comer y él le compra todos sus vestiditos”

“A mí también me quitan gran parte de mi dinero, pero al menos mi marido me deja para irme al cine de vez en cuando o comprarme alguna ropa que me gusta para salir a la calle, no la del talón, esa él me la compra”.

-¿Porqué no escapan o los denuncian?

-Uy, no como crees, en primera, la mayoría queremos un chingo a nuestros maridos aunque sean cabrones y la peor, ¿qué haríamos sin ellos, son los que consiguen las chambas, tienen los contactos?”, dijo al reconocer que es un circulo vicioso el que viven.

“La mayoría, sino es que todas las teiboleras somos explotadas, algunas más, algunas menos, pero todas somos explotadas, hay que reconocer que deja muy buena lana y a muchas ya nos gusta, aunque también la mayoría fue engañada para entrarle”.

“Sabes dónde están peor, en los motelitos esos de paso, sobre todo en el centro de la ciudad, ahí hay chamaquitas que de verdad son esclavas, aquí todavía tenemos nuestras libertades, pero en esos lugares si está más cabrón”.

Viejos años

“Soy de San Andrés Huaxpaltepec, Oaxaca, ahí conocí a mi esposo de chavita, el me lleva 10 años. Primero fue como todo, mucho amor, promesas, te baja el cielo y las estrellas, así que como estaba morra pues te convence luego, luego”.

-¿Cómo decides salirte de tu casa?

-Pues por eso, me propuso matrimonio, hasta mi mamá estuvo de acuerdo, hicimos fiesta y todo en el pueblo.

“Todavía duramos viviendo un buen año en el pueblo, pero la pinche pobreza nos hizo salirnos de ahí. Así que nos refugiamos como todos en la capital, así mi esposo conoció a unos cabrones en una cantina, ellos fueron los que lo sonsacaron”.

-¿Entonces tu esposo no tenía la intención de prostituirte desde un principio?

-Pues la mera verdad una vez como jugando o bromeando me lo comentó, me dijo que tenía buena nalga, que deberíamos aprovechar, eso fue desde novios, pero pues creí que estaba echando desmadre.

Recordó que cuando vivían en la ciudad de México rentaban un cuarto en una vecindad en pleno centro, ahí se embarazó de su primer hijo a los 15 años. “En lugar de fiesta de quinceañera, tenía mi panzota”, sonríe dejando mostrar una blanca dentadura que contrasta con su piel muy morena.

“Cuando me embarace, pues nos dio más en la torre, menos lana teníamos, mi esposo trabajaba en el barcito ese de mozo y pues no alcanzaba, yo llegue a vender Avón, y así salíamos del paso”.

“Tuve que ir a tener a mi hijo a un hospital de la Cruz Roja, para que no nos cobraran, luego de tener al bebé, mi esposo me platicó en el mismo hospital que unos cuates del bar le habían propuesto que trabajara yo ahí y que me ganaría una buena feria”.

“La verdad yo no quería, pero mi esposo me obligo a madrazos a empezar esto del talón. Así fue como fue mi primera chamba en ese barcito del centro de México (….) desde un principio empecé a ganar buena lana, la verdad vi un cambio”.

-¿Cómo fue tu primera relación sexual con un cliente?

-Uta, mejor ni me acuerdo, la verdad me daba asco, pero me concentre, como lo hago hasta ahora, para que no me doliera, mi mente estaba en otro lado, sobre todo en mi hijito, pensaba que lo hacía por él, por darle un mejor futuro”.

“Así te vas acostumbrando poco a poco y luego ya se te hace rutinario, lo ves como lo que es, una chamba”.

Explicó que luego de entrar al negocio de la prostitución su nivel económico empezó a mejorar, aunque ella no manejaba un solo peso del dinero que ganaba, sin embargo su marido le daba lo que se le antojaba.

“La verdad ni sabía cuánto llegaba a ganar por semana, no me dejaba manejar un solo peso, pero aunque a veces me pegaba porque me portaba un poco mal, pues no me trata mal”.

-¿Te portabas mal, qué hacías?

-Por ejemplo, si le respondía de mala manera o no le guisaba, pues se enojaba, pero luego entendí como tenerlo contento.

-¿O sea que después de trabajar en el table aún le guisas?

-A veces cuando se le antoja algo, pero no siempre, luego compramos comida de la calle, la verdad no me tratan tan mal- dijo un poco angustiada como queriendo arreglar lo mencionado.

“Luego de que te ves que ganas bien, que no vives mal, que eres deseada por los hombres, pues ya vas subiendo de categoría, hasta me metió a un gimnasio para oponerme más buena y ganar más”, dijo al pararse y mostrar su figura bien torneada solo cubierta por un pequeño vestido verde brillante que muestra casi completas sus pierna  y un gran escote que no deja casi nada a la imaginación.

- Tu hijo ya está grande, ¿ya sabe de tu trabajo?

- No como crees, él sabe que chambeo de enfermera y nada más, nunca pregunta, está muy chiquito.