La actriz mexicana María Eugenia Llamas, conocida por su papel de la Tucita en películas con Pedro Infante, murió por un paro cardiorespiratorio la noche del domingo en un hospital de la ciudad de Zapopan, Jalisco, a los 70 años.

La actriz había llegado el sábado a la ciudad de Guadalajara para mudarse a vivir con su hija Maru Lozano Llamas. Al poco tiempo de su arribo, se quejó de dolores en su columna vertebral por lo que fue internada en Zapopan donde murió a las 21:00 horas, según un comunicado de la familia.

A la intérprete le sobreviven sus tres hijos —Luz María, María Eugenia y Fernando— así como tres nietos.

Llamas saltó a la fama siendo una niña al lado de la estrella del cine mexicano Pedro Infante en cintas como Los tres Huastecos y El seminarista.

Nació en la Ciudad de México en 1944, luego de que sus padres José María Llamas y María Andresco llegaron a este país en 1939 como refugiados de la Guerra Civil española.

Su carisma cautivó a cineastas como Ismael Rodríguez y Alejandro Galindo, y ya en su edad adulta compartió créditos con los hermanos Mario y Fernando Almada y recientemente con Humberto Busto y Luis Gerardo Méndez.

A los cuatro años, la pequeña actriz debutó en cine y conquistó al público con su papel de la Tucita y sus frases “Para qué me deja sola si ya saben cómo soy” y “Es un condenado” en la película Los tres Huastecos, dirigida por Ismael Rodríguez y protagonizada por Pedro Infante, Blanca Esthela Pavón y Sara García.

Su primera actuación le valió una nominación a los Premios Ariel, que otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) en la categoría de Mejor Actuación Infantil, y aunque no obtuvo el reconocimiento, si fue premiada dos años después por su actuación en la cinta Los niños miran al cielo (1950), de Roberto Rodríguez.

Las dos huerfanitas, Los hijos de la calle, Una calle entre tú y yo, La segunda mujer, Venganza en el circo y La edad de la tentación fueron otras de sus cintas.

En 1966, contrajo matrimonio con el actor y locutor Rómulo Lozano (1917-1996), con quien procreó a sus hijos Fernando, María Eugenia y Luz María.

Pasaron dos décadas para su siguiente aparición en cine con la cinta El gatillo de la muerte (1980), a la que le siguió Cazador de asesinos (1983), de José Luis Urquieta, y El criminal (1985), de Fernando Durán Rojas, en todas ellas acompañando a los hermanos Mario y Fernando Aldama.

Su última aparición en la pantalla grande fue bajo la dirección de Jesús Mario Lozano en la cinta Más allá de mí, donde también actuaron Humberto Busto, Flor Payán y Luis Gerardo Méndez.

En Nuevo León fue coordinadora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y desempeñó una amplia labor docente al impartir cursos y talleres de narración oral escénica, teatro y creatividad, y fue directora de Cultura del Municipio de Monterrey.