La devoción por el Señor de las Maravillas atrajo a cientos de creyentes agradecidos por el favor recibido, anhelantes por el milagro que cambie el destino.

Los feligreses se congregaron ante la imagen milagrosa para implorar la intercesión.

La fe reaparece entre los poblanos que con corazón contrito, labios que imploran el favor milagroso o agradecen al Señor de las Maravillas las peticiones concedidas porque saben que la fe mueve las montañas.

Lo que se vivió representa el acto supremo de la fe y la entrega, el agradecimiento de los devotos de la imagen sufriente, de la representación cuidada que en Semana Santa sale a las calles cargado por los feligreses.
La nave de la iglesia fue insuficiente para albergar a los creyentes en el Señor de las Maravillas.

Hermosos arreglos de flores se desplegaron alrededor del escaparate donde se encuentra la representación religiosa más querida por los poblanos desde hace varios años.

Con el rostro sereno y el corazón acongojado los creyentes desfilaron frente al Señor de las Maravillas para entregarle sus más sentidas peticiones, mismas que sólo en la fe reconfortan a los más necesitados.

Con la mirada perdida al elevar la plegaria los feligreses acuden a solicitar la intervención divina y la intercesión ante el Señor de las Maravillas.
Llevan el corazón por delante. Llevan el corazón confiado. Llevan la fe en sus rostros y en sus cuerpos.

Musitar una oración ante el Señor de las Maravillas con los labios del devoto, es decir, del necesitado, del más pequeño, del desvalido, de quien busca enfrentarse al destino, a un destino terrible que está mucho más allá de sus fuerzas, de su energía, de su aliento.

Afuera, la calle luce como una romería. Bajo el potente sol que amaga a los creyentes que hacen fila para esperar el ingreso a la iglesia.

Los puestos de comida desde quesadillas y el vendedor de refrescos, unos pasos más adelante, las vendedoras de tamales, y la fila que aguarda, devotos sin prisa, porque la fe tiene su propio tiempo, devotos con prisa, porque la necesidad no espera, devotos que hacen crecer la fe en el Señor de las Maravillas.