Los organizadores del Festival de Cannes lo dejaron claro y las estrellas, obedientes, respondieron a su llamada: nada de selfies en la alfombra roja, una costumbre "extremadamente ridícula y grotesca" que además "ralentiza" el desfile.
Un mes antes del festival, que ha inaugurado este miércoles su 68ª edición, su delegado general, Thierry Frémaux, dijo que no quería pasar por policía, pero que el hábito de los selfies —"pararse cada dos metros para hacerse una foto de sí mismos..."—, mejor guardarlo para otra ocasión.
Dicho y hecho. Frémaux propuso y las estrellas dispusieron. Tan solo una pareja de desconocidos osó saltarse la regla y subió las escaleras del Palacio de Festivales con una parada en cada peldaño para autorretratarse, cada uno por separado, en tan magno evento.
Los demás, obedientes y expeditos, lucieron talle y figura en una pasarela por la que desfiló un generoso número de astros del cine, para deleite de los fans que se agolpaban a los lados.
Las mujeres, grandes protagonistas de esta edición, marcaron el paso, que abrió Isabella Rosellini, presidenta del jurado de la sección Un Certain Regard (Una Cierta Mirada), muy elegante con un vestido con una capa en colores cálidos.
Tras ella, Julianne Moore, como acostumbra, derrochó amabilidad y simpatía con los espectadores, mientras lucía un acentuado escote en V en una chaqueta con incrustaciones y plumas y una falda gris.
También de gris perla y con un cuidado peinado con recogido que dejaba libre un mechón como flequillo casual, apareció Naomi Watts, que presenta en competición The sea of trees, de Gus van Sant.
De rojo y con grandes pendientes blancos llegó Natalie Portman, que debuta en Cannes como directora, de la mano de su marido, el bailarín francés Benjamin Millepied.
Al "glamour" de la velada, con una temperatura inmejorable, contribuyeron también los miembros del jurado de este año, que aportan más lustre a una selección oficial que este año se ha olvidado de estrellas para apostar por películas de autor.
Jake Gyllenhall y Sienna Miller, junto a los hermanos Coen, Guillermo del Toro, Rossy de Palma o Sophie Marceau, conforman un jurado agradecido, en mayor o menor medida, para las cámaras.

Apertura con una cinta sobre chicos descarriados

Y al final de todos, apareció la verdadera dueña de la noche, la gran dama del cine francés Catherine Deneuve (la segunda mujer que dirige la cinta inaugural del Festival), para presentar el drama social La tête haute, que en la proyección matutina para la prensa pasó sin pena ni gloria.
El filme también sirve a los organizadores para ofrecer un retrato del ambiente en que se movieron los hermanos Kouachi y Ahmed Coulibaly, autores de los atentados yihadistas de enero en París, antes de convertirse en terroristas.
La directora explicó que la película "no está ligada" a los atentados, ya que estos se cometieron después del rodaje, pero al mismo tiempo admitió que puede servir para arrojar luz sobre los márgenes del sistema, en los que se mueven adolescentes de familias desestructuradas con tendencia a la agresividad.