El caso de Fausto Montes García es una muestra de la injusticia que privó en el caso Chalchihuapan, cuando fueron detenidos pobladores a diestra y siniestra.
Este ayudante de albañil, en el momento de su aprehensión el 18 de octubre de 2014, fue confundido con otra persona, sin embargo, pasó en prisión 7 meses y dos días.
El pasado 20 de mayo salió en libertad sin ni siquiera con el acostumbrado “usted disculpe”, sino gracias a un amparo ante la justicia federal donde se comprobó su inocencia.
En entrevista con Intolerancia Diario, a una semana de cumplirse un año del enfrentamiento entre policías estatales y manifestantes de la junta auxiliar de Santa Clara Ocoyucan, señala que aún tiene secuelas psicológicas por el maltrato que recibió.
Todo a raíz de los hechos del 9 de julio de 2014, cuando policías estatales realizaron un operativo violento contra de pobladores de la comunidad para liberar la autopista Puebla Atlixco, que mantenían tomada en exigencia del regreso de las facultades del Registro Civil.
Desde ese día nada sería igual no solo para los vecinos de esta comunidad dedicada a la jarcería y campo, sino para el mismo gobierno del estado, sobre todo por la muerte del niño de 13 años de edad José Luis Tlehuatle Tamayo.
Dos meses después, el gobierno de Puebla recibió una recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por violaciones graves a las garantías individuales, la que a la fecha no se ha cumplido.
A diferencia de policías estatales que están en libertad, tres habitantes de Chalchihuapan permanecen en prisión, incluyendo a su presidente auxiliar; en tanto, dos fueron liberados gracias amparos, entre ellos Fausto Montes.

“La confusión”

Bernardino Ocótl Ocótl nunca apareció en la lista de detenidos de la Procuraduría General de Justicia de Puebla.
El hombre es un anciano de 70 años que apenas puede caminar, era buscado por aparecer supuestamente en vídeos e imágenes participando en agresiones contra los policías estatales.
Pero al que detuvieron los elementos ministeriales fue a Fausto Montes, alrededor de las 4 de la mañana del 18 de octubre, cuando dormía en su vivienda junto a sus dos hijas y esposa.
Desde ese día, Fausto Montes iniciaría un calvario, el cual a pesar de que salió de prisión no ha terminado´, aún pasa noches de insomnio con mucho miedo a todo lo que se mueve en las madrugadas.
En la primera entrevista que otorga a un medio de comunicación, el ayudante de albañil relató los hechos y como cambió su vida para siempre, cuando ni siquiera estuvo en la protesta, como lo comprobó la autoridad federal.
Entrevistado en su vivienda, flanqueado por su madre, hermano y a sus pies unas gallinas, el joven recuerda como la ha pasado muy mal, sin deberla.
—¿Qué pruebas presentaron para acusarte?
—Nada, ninguna prueba, no hubo ni quien me señala, nadie absolutamente nadie me señala.
“Me dijeron que iba a haber careos y nunca los hubo. En los siete meses y dos días que estuve ahí nadie me fue a acusar”.
Y ahí recordó que fue detenido y señalado por el nombre de Bernardino Ocotl Ocotl.
“Yo no era Bernardino, mi nombre es Fausto Montes García, hasta presenté mis documentos”.
—¿O sea que se confunden?
—Sí, presenté mis documentos, como migre al otro lado tenía pasaporte y matricula consular, pero no me la respetaron, a pesar de eso el juez me negó la libertad.
—¿No te estaban buscando a ti, buscaban a Bernardino?
—A Bernardino Ocotl Ocotl, no sé cómo estuvo eso, el rollo, pues quien sabe.
Afirmó haber salido por el amparo el que le fue concedido al revisar el caso un juez federal, “salí absuelto de toda culpa”, dijo.


La aprehensión y sus derivados

La madrugada del 18 de octubre de 2014, fuerzas de la PGJ ingresaron a Chalchihuapan con el objetivo de realizar 13 arrestos, pero solo pudieron detener a cinco pobladores.
Ingresaron por la fuerza a cinco viviendas, donde igual rompieron pertenencias e insultaron, como encañonaron en la cabeza a personas de la tercera edad y hasta niños.
Desde entonces Fausto Montes luchó por su libertad para demostrar su inocencia lo cual finalmente logró.
“Salí el 20 de mayo en la madrugada, casi ya para amanecer, salí gracias a un amparo”.
—¿Cómo te detuvieron?
—Llegaron, golpearon, aventaron la camioneta en la malla ciclónica, pensé que eran rateros, no pensé que fueran judiciales o ministeriales, defendí a mi familia.
“Me encerré en mi cuarto, todavía avente mi ropero, la puerta del cuarto la destrozaron, quedó todo roto, destrozado.
”Ya me agarraron, todavía les dije que qué les debía yo, nada más me empezaron a amenazar, que me van a matar que no sé qué pedo y pues me sacaron entre los cuatro, ya nomás me aventaron a la camioneta.
”Ni vimos donde llegamos, nomás dijeron que agache la cabeza, no sabía si iba solo o acompañado de más personas.
”Ya nos juntaron hasta que estábamos en el Cereso de San Miguel, empecé a mirar y vi a otro paisano y a otro, éramos cinco”.
—¿De qué te acusaron?
—De homicidio en tentativa, y privación de la libertad, con opción a secuestro, pero si yo nunca he secuestrado a nadie.
“Me dijeron que tenía que decir eso a fuerza, cuando se ingresa al penal tenemos que decir porque estamos aquí”.
Dijo que el tiempo en prisión la pasó muy mal, sobre todo preocupado por su familia y dos de sus hijos pequeños, quienes se quedaron sin el sustento de su parte.
“Mis papás, mis suegros, me brindaron la ayuda, gracias a Dios ya pasaron los siete meses y ya estoy aquí”.

Entre inocencia y miedo

La vida para Fausto, después de regresarle la libertad, no ha sido fácil y aún sufre secuelas tras el trauma de la aprehensión y lo vivido, con temor incluso a hablar ante un micrófono.
—¿Cómo te ha afectado psicológicamente?
—El trauma no se puede quitar, porque a veces cualquier ruidito que oigo ya no duermo bien, estoy temblando.
“Porque como dicen, a lo mejor ya saliste, pero al rato pueden venir por ti otra vez”.
—¿Vives con miedo?
—Si vivo con miedo y a veces quiero ignorar los de la entrevista porque como dicen meterse con el gobernador se ve fácil, pero también es difícil porque él tiene todo, posibilidades de mover y que podemos hacer.
“Por eso no me gusta dar entrevistas, no sabemos en qué nos pueda afectar, me da miedo más que nada por mis niños, porque si yo no tuviera nada que cosa, estoy solo, pero el trauma se lo llevan los niños sin tener la culpa de nada.
”Oigo ruido y me levanto, veo quien es, quien no es, a veces llegan a pasar carros a las tres de la mañana y me espanto”.
—¿Qué hacías el 9 de julio?
—Ora sí que fui a mi trabajo, yo nomás escuché que estaban anunciando que habría un plantón en la carretera, pero yo me fui a mi trabajo como si nada.
“Como trabajaba en otro pueblito que está aquí adelante en San Pablo, me dice el patrón vamos a comer, siempre salimos como 2 y media para regresar tres y media, nos dan una hora.
”Cuando regresamos ya estaba el enfrentamiento, nosotros queríamos cruzar, hasta a nosotros ya nos querían agarrar, pero ya llegué espantado”.
Posteriormente, afirmó que volvió a trabajar, aunque dudó regresar a trabajar al ver la situación de peligro.
“Pues ya cruce el puente, de baboso y como me decían que estaba en las imágenes, les decía que yo no soy”
—¿No eras tú?
—No, no era yo, les dije que este no soy yo, si pero tú le estás pegando con la macana al policía. Pero en ningún momento agarré a un policía
Señaló que le insistían las autoridades que tenía un tubo en la mano, aunque no fue cierto.
“Regrese a mi trabajo y me tocó la mala suerte y tuvo lo que tuvo que pasar.
”Ahora le tengo que echar ganas, sino miedo y siempre miedo, pues no, ya no vamos ni a dormir, va a ser más peor”, concluyó.