Este lunes, Elia Tamayo Montes, será recibida por integrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para revisar el caso Chalchihuapan, donde murió su hijo de 13 años, José Luis Alberto Tlehuatle Tamayo.


Serán dos sesiones en días consecutivos, 28 y 29 se septiembre, cuando junto con integrantes de la organización Puebla Libre, sean atendidos en la ciudad de México.
La audiencia con el organismo internacional la había solicitado desde el mes de julio, pero por cuestiones de agenda no se había formalizado, ni agendado.
Por lo que ahora se aprovechará la presencia de los especialistas extranjeros en derechos humanos en la capital del país, por el caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Integrantes de Puebla Libre adelantaron a Intolerancia Diario que se expondrá el incumplimiento del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas en la recomendación emitida por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en el caso Chalchihuapan.
Los expertos de la CIDH, visitarán el país del 28 de septiembre al 2 de octubre, para respaldar la investigación del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) sobre la desaparición de los 43 normalistas a un año de su desaparición.
Se espera la presencia de la presidenta de la CIDH, Rose-Marie Belle Antonie; el primer vicepresidente, James Cavallaro; el secretario ejecutivo, Emilio Álvarez Icaza.
Asimismo el relator especial para la libertad de expresión, Edison Lanza, así como los comisionados Felipe González, Tracy Robinson y Rosa María Ortiz.
La solicitud de la audiencia fue enviada en julio a la CIDH, cuya respuesta afirmativa fue por parte de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Hace unas semanas, Alejandro del Castillo, defensor de Elia Tamayo, señaló que hubo una reunión con la CNDH, para que haya una comunicación constante, pero el compromiso no se cumple.
Aseguran que hay materia para que la CIDH tome el caso de San Bernardino Chalchihuapan, ante la falta de respuesta de la CNDH.
Además integrantes de Puebla Libre, darán a conocer a los representantes de la CIDH los casos de presos políticos en Puebla, que suman 241 en lo que va del sexenio y que colocan al estado como el primer lugar nacional.
El 9 de julio de 2014 policías estatales desalojaron de manera violenta a manifestantes de la autopista Puebla Atlixco, que mantenían bloqueada en exigencia del regreso del Registro Civil,
Como saldo del enfrentamiento, resultó herido de muerte José Luis Alberto y otros cinco pobladores con lesiones graves.

El dolor
Hace 13 meses, el 19 de julio de 2014, Elia Tamayo enterró a su hijo de 13 años de edad, tiempo en el que para ella la justicia simplemente no ha llegado.
El niño falleció diez días después del enfrentamiento entre pobladores de Chalchihuapan y elementos de la Policía estatal, en el desalojo de la autopista Puebla- Atlixco que mantenían tomada.
Finalmente tras una investigación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se determinó que falleció por un fuerte golpe de un proyectil arrojada por los uniformados.
Hasta la fecha, no hay un solo detenido por la muerte del niño, sino solo un policía procesado en libertad bajo fianza acusado de homicidio imprudencial.
En tanto, tres pobladores, entre ellos el entonces presidente auxiliar Jairo Javier Montes Tamayo, siguen en prisión sin oportunidad de ser liberados bajo caución.
Del trágico enfrentamiento queda como recuerdo la tumba del niño de 13 años de edad, donde dos cruces blancas con letras doradas explican o justifican muy a su modo la pérdida.
"Faltaba un ángel y volaste al cielo"; "un angelito se fue de mi lado, para estar contigo señor"; "descanse en paz en la nueva vida", se lee entre la montonera de tierra repleta de flores recién colocadas.


La conmemoración
Desde la víspera del primer aniversario de la muerte del niño, centenares de pobladores velaron la cruz blanca con letras doradas que resguarda la tumba del pequeño en el panteón de la localidad.
Niños recibieron a la gente con vasos de café y pan de dulce que se regalaban a todos los asistentes, vasos que fueron la muestra de la solidaridad de  que un pueblo mostró hacía Elia.
Los asistentes fueron variados, desde personas de la tercera edad, la mayoría mujeres con rebozos cubriendo la cabeza, hasta niños, entre ellos los compañeros de escuela de José Luis.
Para celebrar la eucaristía, el padre Javier Solís Montero, llegó desde la junta auxiliar de Chipilo.
En su mensaje o sermón, señaló que para ir venciendo los males sociales de nuestros tiempos, se debe vivir en la unidad.
Además pidió el consuelo y paz para la señora Elia, así como velar por los derechos humanos de toda persona, para caminar con dignidad.
Luego de la eucaristía, en una procesión al panteón, se demostró aún más su apoyo a la madre de otras cuatro pequeñas, la que agradecía con leves sonrisas.
Al pie de la tumba se hicieron rezos y canticos religiosos, donde Elia Tamayo, cubierta con un rebozo, no pudo contener más las lágrimas al mirar el montón de tierra.
Así el sepulcro quedó tapizado de flores, en medio del llanto no solo de su madre, sino de algunos asistentes, y de familiares quienes conocieron de cerca a José Luis.

Sonó como un Colibrí
"Sonó como un colibrí", relató don Domingo, al recordar al proyectil  que golpeó al niño José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo, en la trifulca entre pobladores de Chalchihuapan y policías estatales.
En una plática con Intolerancia Diario en septiembre de 2014, asegura,  junto con su hijo, que jamás tronó algún cohetón, mucho menos que alguna onda expansiva los afectó...  está convencido que fue una bala de goma.
“Los cohetes tronaron hasta como 20 minutos después, cuando la gente se encabronó cuando se enteró que un niño estaba herido”, dijo.
Con un pie con guarache arriba de la jardinera de la plaza pública, a un costado de la presidencia auxiliar de esta comunidad y acomodando constantemente su sombrero de palma, platicó junto con su hijo Ramiro, pobladores y a ediles alternos, lo que vivió un mes atrás.
Padre e hijo pidieron anonimato en la plática y hasta un cambio de nombre de salir publicado el relato, al temer por su integridad física al ser los únicos testigos del momento exacto que fue agredido José Luis Alberto.
Don Domingo, campesino de aproximados cincuenta años, contó cómo se guareció del ataque de los policías en una barda,  pocos metros atrás  de su hijo Ramiro -un joven veinteañero- y el niño José Luis.
De pronto, Ramiro empezó a gritarle a su padre que ayudara al menor que había caído, justamente después del “sonido de colibrí”, don Domingo que estaba atrás  dos o tres pasos, corrió a levantarlo.
El cuerpo de José Luis había caído a un lado de un charco de lodo, lo que fue su primera preocupación, alzándolo  inmediatamente para que no se ensuciara.
Fue justo en ese momento cuando le empezó a brotar la sangre de un costado de su cabeza, ahí vio por primera vez la gravedad de la lesión.
"Aunque seguían tirando los policías, lo cargué para ponerlo a salvo", comentó don Domingo y  con José Luis entre sus brazos, caminó hacia otro sitio lejos de los proyectiles que lanzaban los uniformados.
El testimonio de don Domingo, formó parte de las investigaciones que continúan realizando en el poblado personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
–¿Ustedes escucharon en ese momento la detonación de un cohetón?
–No, que va, sólo se oía como nos disparaban los policías
–¿Y cómo suena?
–Un ssssshhhhh, sonó como un colibrí- dijo al chasquear la boca.