Al festejar el triunfo panista, por la noche, en el salón Serdán, Martha Erika Alonso, secretaria general electa del PAN, resaltó que a pesar de los llamados a no participar en el proceso interno, ganó el PAN.

Alonso se refiere a la reacción en cámara lenta del yunquismo que no participó en la elección y finalizó desdibujándose con sus críticas veladas y tras bambalinas. Salvo la posición enérgica de Ana Teresa Aranda, que renunció a su militancia blanquiazul, la oposición al grupo morenovallista se desmoronó.

En la misma tesitura que Alonso de Moreno Valle, el dirigente electo, Jesús Giles, llamó a la unidad e insistió que su dirigencia será de puertas abiertas.

El festejo panista reunió a la élite de legisladores locales y federales, aunque también eran visibles sillas vacías en el salón Serdán.

Martha Erika y su voto

Al mediodía la imagen no pudo ser más elocuente. El gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, y su esposa, Martha Erika Alonso, llegan a la casilla ubicada en el parque Palafox y Mendoza, aledaño al Paseo Bravo.

La mimesis entre gobernador y militante del PAN es muy sutil. Las líneas divisorias se atraviesan de manera instantánea. El gobernador aprovecha para recorrer el Instituto Cultural Poblano, instalación que albergaba la hemeroteca y el colegio de economistas, y otras instancias culturales, donde ahora se construye un nuevo CIS que se inaugurará en noviembre.

Pero no es la única mimesis: el gobernador y su esposa. Su esposa declara sobre las bondades en Acción Nacional y la unidad, y a unos pasos detrás de ella, como su sombra, el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle.

“Nosotros seguimos haciendo un llamado a la unidad del partido, las puertas están abiertas para todos”, dice Martha Erika.

“Hemos tenido acercamiento con algunos de ellos, hemos invitado al diálogo a muchos otros, seguiremos con este ejercicio”, explicó la candidata a secretaria general del PAN por la mañana.

Aunque cualquier panista pudiera elogiar la imagen, la cercanía entre el gobernador y su esposa, más bien remite a la cercanía entre la nueva dirigencia electa y Casa Puebla, por más optimismo declarativo de por medio.

Pero en el colmo del desdén o intento de desdén ni siquiera el dirigente actual del PAN, Rafael Micalco, acudió por la mañana a emitir su voto. Los que sí lo hicieron fueron los panistas Jorge Aguilar Chedraui; el exsenador, Paco Fraile, quien se encuentra dotes de mediador para explicar su retorno a algunos de los círculos del poder; el excandidato, Mario Rincón; el secretario del ayuntamiento, Mario Riestra; la exdiputada federal, Blanca Jiménez entre otros.

Aunque por la mañana la presencia de panistas en las casillas pareció casi testimonial, en comparación con la masiva participación de la elección interna por la dirigencia nacional, por la noche las cifras oficiales matizan la sobriedad de la elección e indicaron 22 mil votos.

Festejan el triunfo

Por la noche, reunidos en el Salón Hermanos Serdán, la dirigencia estatal electa festejó su triunfo.

Llegan para festejar; sin embargo, el festejo es distinto a cualquier otro del morenovallismo: no se parece en nada, ni remotamente, al festejo del 2010 en el hotel Presidente, cuando el morenovallismo le arrebató al priismo-marinista la elección a gobernador, el control del congreso y la mayoría de las alcaldías de las ciudades emblemáticas del estado.

Tampoco se parece, si se objeta el símil anterior, al festejo del 2013 cuando en el zócalo de la ciudad los panistas festejaban haber retenido la alcaldía, con un Tony Gali eufórico. El símil también es objetable. Pero el acto más bien se parece a esos desenfadados y fríos actos de Josefina Vázquez Mota de la campaña del 2012. El festejo panista tiene un aire combinado de los debates presidenciales transmitidos en algún salón de San Manuel donde la panista teziuteca Vázquez Mota aparece en la pantalla presentado sus propuestas y en el salón los panistas poblanos siguen con escepticismo a la candidata presidencial que perdería la elección.

Hace un par de meses, las sillas vacías eran inimaginables en el mismo salón Serdán cuando Ricardo Anaya se desgañitaba con su oratoria anti-priista y futurista, ensayando para ser aspirante a candidato presidencial, en su campaña a la dirigencia blanquiazul.

El domingo por la noche, simplemente no se parece en nada ni al “entusiasmo” —real, fingido, acarreado, convencido— de la elección interna de Gustavo Madero ni la de Anaya. A pesar de ser un acto panista su atmósfera contenida, por decir lo menos, exhibe los riesgos de la unidad por decreto.

Con una audiencia mucho menor a la de la campaña interna panista por la dirigencia nacional, los panistas se dieron cita en el salón. Al llegar al salón, a Martha Erika Alonso la saludan cariñosamente algunas mujeres.

El dirigente panista electo, Jesús Giles, convocó a los panistas a la unidad. Giles expuso, más que un ideario del blanquiazul al que llega un SOS a la unidad que no se evidenció en la elección.

Giles señala que hace política de manera muy responsable y subraya que la dirigencia de su partido es de puertas abiertas.

El nuevo dirigente se apresura en su mensaje: “Basta de peleas. Aquellos que no estuvieron de acuerdo tienen abiertas las puertas del PAN”.

Sin embargo, el líder blanquiazul no enlista los desencuentros entre el gobernador, Moreno Valle, y su grupo con los panistas históricos, tradicionalistas o del Yunque, cuyo estira y afloja, encontró su síntoma más blanquiazul con la renuncia el jueves de Ana Teresa Aranda a su militancia panista acusando al gobernador de ser el dueño del PAN, acusación que de tanto repetirse parece el lugar común de la oposición blanquiazul y cae en el olvido entre los panistas y los neopanistas.

Machaconamente, Giles aboca por el panismo de “puertas abiertas” y el acercamiento con todas las corrientes como si olvidara los 5 años de disputa entre el gobernador y los yunquistas.

Pero Alonso de Moreno Valle, la esposa del gobernador, rechazó que el abstencionismo haya caracterizado la elección y afirmó, a pesar del llamado, en la elección ganó el PAN.

El dirigente resalta que 22 mil panistas votaron por la nueva dirigencia blanquiazul.

Pero lo importante para la nueva dirigencia es el respaldo de los cuadros del morenovallismo como el diputado federal, Eukid Castañón, Genoveva Huerta, Juan Pablo Piña, entre otros.

Las frases

“Nosotros seguimos haciendo un llamado a la unidad del partido, las puertas están abiertas para todos.”, Martha Erika Alonso

 

“Basta de peleas. Aquellos que no estuvieron de acuerdo tienen abiertas las puertas del PAN”, Jesús Giles