El Papa Francisco apareció hoy por sorpresa en el parque romano Villa Borghese donde tomó parte en la manifestación Aldea por la Tierra e improvisó un discurso con algunas reflexiones sobre el cuidado del ambiente.

Después de las 16:00 horas local, Francisco llegó en automóvil acompañado por el número tres del Vaticano, el sustituto de la Secretaría de Estado, Angelo Becciu, y subió al palco donde estaba por iniciar una conferencia titulada Nuestra ciudad, nuestra Tierra.

La presencia causó perplejidad entre los asistentes al acto organizado con motivo de la Jornada de la Tierra que se celebra a nivel internacional y que fue organizado, entre otros, por el movimiento católico de los Focolares, las organizaciones EarthDayItalia y Connect4Climate junto con el municipio de Roma.

Escuchándolos a ustedes hablar me vinieron a la mente dos imágenes: el desierto y la selva. Pensé: esta gente, todos ustedes, toman el desierto para transformarlo en selva. Van donde está el desierto y no hay esperanza, hacen cosas que convierten en selva este desierto, dijo Jorge Mario Bergoglio.

Se refirió así a los testimonios brindados durante la conferencia, entre los cuales destacó el del sacerdote Maurizio Patriciello, párroco de Caivano (Nápoles), uno de los más comprometidos líderes sociales contra la contaminación en la llamada “tierra de los fuegos”, donde de manera cotidiana se queman montones de basura tóxica.

Siguiendo su discurso, el Papa afirmó que la selva está llena de árboles y de verde, es “demasiado desordenada” pero constató que “así es la vida” y pasar del desierto a la selva “es un lindo trabajo”.

Además se refirió a los “tantos desiertos” en las vidas de las personas que no tienen un futuro, porque siempre existen prejuicios y miedos.

Y esta gente debe vivir y morir en el desierto de la ciudad. Ustedes hacen el milagro, con su trabajo, del cambiar desiertos en selvas. Siguen adelante así. ¿Cuál es su plan de trabajo? No sé, nosotros nos acercamos y vemos qué podemos hacer, siguió.

Esta es vida, porque la vida se la debe tomar de donde viene: como el portero de futbol que debe tomar el balón desde donde lo mandan. No tener miedo de la vida, no tener miedo de los conflictos, apuntó.

Al final el Papa Francisco se dio un baño de multitud con los asistentes, bajó del palco y comenzó a dar la mano, acariciar y abrazar a los presentes, con muchos de los cuales se hizo autofotos con sus celulares.