Al encender el Fuego Nuevo y presidir la Vigilia Pascual en la Catedral, el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa llamó a los católicos a tener fe en los tiempos difíciles y a no dejarse vencer por las  tentaciones, reconociendo la violencia que se vive en territorio mexicano.

Durante la ceremonia que inició a las 23 horas del sábado y concluyó a la 1:30 del domingo, Sánchez Espinosa explicó que la llamada Misa de Gloria “es la noche en que se unen la tierra con el cielo, lo humano con lo divino”.

Víctor Sánchez presidió los tres momentos más importantes de esta celebración: la bendición del Fuego Nuevo donde se enciende el cirio pascual, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Bautismal, en donde se realiza la bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales.

Durante su homilía Mons. Víctor recordó que esta es la madre de las vigilias porque conmemora la resurrección de Jesucristo. Así puntualizó: "Nuestra alegría no terminará esta noche, se prolongará por 50 días hasta que celebremos la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia de Jesús, después de que sube glorioso a los cielos".

En la misa de Pascua, pidió a los católicos ir en busca de Jesús porque es quien ha vencido al mal con la misericordia, es quien da la esperanza ante los tiempos difíciles. Dijo que el principal día llegó para los católicos y este es el que representa que hay una vida eterna, donde triunfa Jesús sobre la muerte.

Desde las 23 horas, sacerdotes y laicos con vestimentas blancas se mantuvieron en el altar mayor para la vigilia en espera del milagro del cristianismo que se simboliza con el Fuego Nuevo previo a concluir el sábado santo.

En una Catedral que por momentos estuvo en penumbras, el ministro indicó que “esta fue una noche de vela para los discípulos y las discípulas de Jesús. Noche de dolor y de temor. Los hombres permanecieron cerrados en el Cenáculo. Las mujeres, sin embargo, al alba del día siguiente, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús. Sus corazones estaban llenos de emoción y se preguntaban: «¿Cómo haremos para entrar?, ¿quién nos removerá la piedra de la tumba?». Pero he aquí el primer signo del acontecimiento: la gran piedra ya había sido removida, y la tumba estaba abierta”.

“En esta noche de vigilia, nos viene bien detenernos en reflexionar sobre la experiencia de las discípulas de Jesús, que también nos interpela a nosotros. Efectivamente, para eso estamos aquí: para entrar, para entrar en el misterio que Dios ha realizado con su vigilia de amor… No se puede vivir la Pascua sin entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer, leer... Es más, es mucho más”, recitó Víctor Sánchez.

Víctor Sánchez insistió en el perdón: “La misericordia de Dios siempre vence. He aquí lo que es la Pascua: el éxodo, el paso del hombre de la esclavitud del pecado, del mal, a la libertad del amor y la bondad. Porque Dios es vida, sólo vida, y su gloria somos nosotros: es el hombre vivo”.

En su homilía de Pascua también reiteró: “Cristo murió y resucitó una vez para siempre y por todos, pero el poder de la resurrección, este paso de la esclavitud del mal a la libertad del bien, debe ponerse en práctica en todos los tiempos, en los momentos concretos de nuestra vida, en nuestra vida cotidiana.”

“Cuántos desiertos debe atravesar el ser humano también hoy. Sobre todo el desierto que está dentro de él, cuando falta el amor de Dios y del prójimo, cuando no se es consciente de ser custodio de todo lo que el Creador nos ha  dado y nos da. Pero la misericordia de Dios puede hacer florecer hasta la tierra más árida”, concluyó.