El triunfo de Lobos BUAP en el partido de ida de la final de ascenso no solo sirvió para acercarse a la primera división, sino también para agrupar a antagonistas.

Así, “con la misma camiseta”, se abrazaban y desgañotaban priistas y panistas en el palco de honor, junto a su anfitrión, Alfonso Esparza Ortiz, rector de la Universidad Autónoma de Puebla.

La prueba de fuego

Desde que inició el partido en el estadio Universitario, el gobernador Tony Gali, al lado del rector, pasó con excelencia la prueba de fuego que cualquier político huye: enfrentarse a la multitud.

Y es que el mandatario estatal, a diferencia de otros líderes políticos, fue aplaudido y la gente lo saludaba y recibía en respuesta los mismos saludos y hasta selfies de recuerdo.

Fiel a su esencia, Gali vivió minuto a minuto el partido como cualquier aficionado, hasta colaborando en el famoso grito de “eeeeh p…”.

Los invitados, sin importar su filiación, felices brindaban, como por ejemplo el presidente del PRI municipal, José o “Pepe” Chedraui, con el secretario de Desarrollo Social o líder de Partido Nueva Alianza (Panal), Gerardo Islas.

Quien tampoco perdía el tiempo, y celebraba diciendo salud con quien se dejara, fue el diputado local panista, Mario Rincón González.

También se felicitaban con cada jugada o drible de Lobos el secretario del Ayuntamiento e integrante del PAN municipal, Mario Riestra Piña, con el priista Jorge Ruiz Romero.
 
Invitado sorpresa

Quien llegó tarde, pero partiendo plaza o de sorpresa, justo en el descanso del primer tiempo, fue Enrique Doger Guerrero, quien fue recibido por Tony Gali, a quien pretende suceder.

A diferencia de los invitados del palco de honor, el también exrector de la UAP, además de llegar corriendo, “no se puso la camiseta”, literalmente. Pese al calor, llegó ataviado con una chamarra de piel negra y una camisa gris a rayas.

Pero ello no fue impedimento para que Doger se sentara casi todo el segundo tiempo al lado del gobernador, con quien se la pasó platicando. Fue el mismo Tony Gali quien le dijo que se sentara en la butaca de al lado, por lo cual no muy gustoso, Gerardo Islas, se tuvo que correr un lugar.

La conversación entre el exrector Enrique Doger y el gobernador fue tensa, incluso daba la imagen de que Tony Gali le llamó la atención al hoy delegado del IMSS.

En lo que se realizaban esas largas charlas, el rector Esparza Ortiz no se distrajo ni un segundo y vivió minuto a minuto cada jugada entre Lobos y Dorados.

Se levantaba, se mecía los cabellos, gritaba contra el árbitro y explotaba por un supuesto penal no marcado, al unísono de los casi 19 mil 985 asistentes al estadio (según la cifra oficial).

Por ello, al medio tiempo, también pasó la prueba de fuego con excelencia, cuando los asistentes contentos porque Lobos iba ganando empezaron a corear: “¡Esparza, Esparza!”, grito que sonó a una reelección a la vista.