Donald Trump ha llegado este sábado a Riad, en Arabia Saudita a hacer lo único que sabe: negocios y cerrar acuerdos. A las pocas horas de llegar ha firmado el mayor contrato de venta de armamento de la historia estadounidense por 110.000 millones de dólares para modernizar el Ejército mejor dotado de Oriente Próximo, después del de Israel. También se sentaron las bases para acuerdos comerciales por un monto de 270.000 millones de dólares. En el arranque de su primera gira exterior  –en la que, además de Arabia Saudí, recorrerá sucesivamente Israel, Palestina, el Vaticano, Bélgica (sede de la UE y de la OTAN) e Italia (cumbre del G7)– el mandatario republicano se dispone a estrechar relaciones con la dinastía de los Saud, con las monarquías del Golfo y con medio centenar de países musulmanes suníes a los que enviará el domingo un mensaje de unidad frente al yihadismo y el auge político y militar del Irán chií.

Apoyado en un bastón, el rey Salman, de 81 años, recibió efusivamente a pie de escalerilla del Air Force One a la pareja presidencial. Las imágenes mostradas por el canal panárabe Al Yazira mostraron al monarca saudí estrechando la mano a Trump y a su esposa, Melania, que iba con la cabeza descubierta, al igual que ya hicieran recientemente la canciller alemana, Angela Merkel,  y la primera ministra británica, Theresa May. Trump, sin embargo, criticó a través de Twitter hace dos años a Michelle Obama por no portar el velo islámico. Fue un recibimiento de alfombra roja oficial y gran pompa de condecoraciones, pero con escasa presencia popular.  Banderas estadounidenses jalonaban la ruta desde el aeropuerto por avenidas vacías, decoradas con fotos del monarca saudí y del presidente estadounidense con el lema “Juntos, nosotros triunfamos”.

El presidente viaja acompañado por su hija Ivanka, también con la cabeza descubierta, y por su yerno Jared Kushner, a quien la prensa estadounidense atribuye un papel clave en la mediación para cerrar el contrato con las principales compañías de armamento de EE UU. También le acompañan el secretario de Estado, Rex Tillerson, y  Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca, entre otros altos cargos de su Administración. Junto con el jefe de la diplomacia saudí, Adel al Jubeir, Tillerson defendió "un programa de defensa común" entre ambos países, ante "la maligna influencia de Irán", y lanzó una advertencia directa al recién elegido presidente Hasan Rohaní para que suspenda las pruebas de misiles balísticos de Irán.

Arabia Saudita ha mostrado entusiasmo a la hora de reeditar la alianza sellada con Washington tras la Segunda Guerra Mundial, después del periodo de desconfianza surgido durante el mandato de Obama, quien hace dos años fue recibido en Riad con extrema frialdad en su última visita. Su Ejército —que cuenta con 227.000 militares–- fue el cuarto mayor comprador de armas mundial en 2016, con un gasto de 63.700 millones de dólares, según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación por la Paz (SIPRI, en sus siglas inglesas). La hegemonía de su Fuerza Aérea en el Golfo se basa precisamente en la superioridad de los F-15 de fabricación estadounidense, que se va a ver reforzada con la adquisición de 84 F-15 SA, la versión más moderna del cazabombardero, así como de 150 helicópteros Black Hawk Apache y de sistemas de misiles.

Trump espera sumar unos 270.000 millones de dólares en megacontratos comerciales en Arabia Saudita y aspira a reconstruir el domingo los puentes de EE UU con más de 1.200 millones de musulmanes de todo el planeta. 

“Va a pedir a nuestros socios que den pasos decididos para enfrentarse al ISIS y a Al Qaeda, y a quienes perpetúan el caos y la violencia que golpea al mundo islámico y más allá”, precisó su consejero de Seguridad Nacional, Hebert Raymond McMaster. “Será un discurso que pretende unir en contra de los enemigos de todas las civilizaciones y mostrar nuestro compromiso con los aliados musulmanes”, enfatizó el exgeneral McMaster, un experimentado militar respetado por su visión intelectual y que rechaza la islamofobia.

El mensaje de la que ya ha sido bautizada como gran cumbre del mundo islámico con EE UU va dirigido ante todo a la lucha contra el yihadismo. Trump quiere dejar claro que derrotar al Estado Islámico es la prioridad máxima de su política internacional. Para ello propondrá dotar de ayuda financiera, militar y de informes de inteligencia a las fuerzas que combatan al ISIS sobre el terreno. El Gobierno saudí inaugurará durante la vista del mandatario republicano un observatorio digital de las actividades yihadistas, con el objetivo de contrarrestar su guerra ideológica y la captación de combatientes y activistas en la Web.

Pero esa misma estrategia de cooperación tendrá el doble uso de frenar también la expansión militar de Irán y de sus milicias chiíes filiales en la región. Paralelamente a estos encuentros, se celebrará un foro para la lucha contra el terrorismo y el extremismo patrocinado por la coalición militar islámica antiterrorista, creada en 2015.