Rezos, cánticos religiosos y un ¡lo mataron! a media misa, enmarcaron en Chalchihuapan la conmemoración del tercer aniversario luctuoso del niño José Luis Tlehuatle Tamayo. Sin embargo, a diferencia de hace tres años, cuando se sepultaron sus restos mortales, ahora solo un puñado de pobladores acompañaron a la familia.

Araceli Bautista, madre del exedil de la junta auxiliar, acusó de que hubo intentos por boicotear el evento al que solo llegaron amigos, familiares e integrantes del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (Cleta) de la UNAM y, por primera vez, se vio al padre del niño.

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Mientras el sacerdote oficiaba la misa, pasaron junto a la explanada en al menos dos ocasiones, un par de camionetas de la policía municipal de Santa Clara Ocoyucan, cuyos elementos incluso desde la batea videograbaron la homilía.

Luego de la ceremonia religiosa, el contingente caminó hacia el panteón en medio de rezos, cargando flores o incienso y la cruz blanca que se colocaría en la tumba.

En tanto, no cesó la exigencia de justicia, la que no ha llegado desde el 9 de julio de 2014, cuando policías estatales apalearon a pobladores de Chalchihuapan para desalojarlos de la autopista Puebla Atlixco.

Aquel día, José Luis sufriría una lesión en la cabeza que lo llevaría, diez días después, a la muerte en una cama de hospital, producto del impacto de una lata de gas lacrimógeno lanzada por policías estatales, lo que comprobó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).