Este miércoles, la Comisión de Inteligencia del Senado de EU sostuvo la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016 con el objetivo de beneficiar a Donald Trump, afirmación similar a la planteada por los servicios de inteligencia. 

“No hay duda de que Rusia emprendió un esfuerzo sin precedentes para interferir en nuestras elecciones del 2016", dijo el presidente republicano del comité, el senador Richard Burr, en un comunicado conjunto con el líder demócrata.

Trump ha minimizado la aseveración de los servicios de inteligencia sobre los esfuerzos de Moscú para ayudarle a ser presidente, ha negado cualquier coordinación con Rusia y ha dicho sufrir una “caza de brujas”.

“Nuestro personal ha concluido que las conclusiones [de los servicios de inteligencia] eran precisas y correctas”, dijo el vicepresidente del comité del Senado, el demócrata Mark R. Warner. 

El pasado 12 de marzo, sin embargo, el representante Michael Conaway, encargado de supervisar la investigación de la trama rusa en la Cámara de Representantes, rechazó la teoría del apoyo a Trump. “No estamos de acuerdo con la narrativa de que estaban tratando de ayudar a Trump”, dijo a la prensa, y agregó que no se había hallado “ninguna evidencia de colusión”.

Los servicios de inteligencia dieron por seguro en su informe parcialmente difundido a primeros de 2017 que el Gobierno de Vladímir Putin había intentado ayudar al republicano a ganar las elecciones en detrimento de Hillary Clinton. Para llevar a cabo esta interferencia, realizaron ciberataques, difundieron correos privados de los demócratas y propaganda tóxica para la exsecretaria de Estado, según sus conclusiones. Si en esta estratagema hubo o no alguna colaboración con el propio círculo del hoy presidente se está aún analizando.

La investigación de la injerencia de Moscú en las cámaras legislativas se ha desarrollado en paralelo a la iniciada hace casi un año por el fiscal especial Robert Mueller, y que trata de esclarecer si hubo dicha conchabanza entre el Kremlin y el círculo de Trump.

Las pesquisas también exploran si hubo obstrucción a la justicia por parte del presidente de Estados Unidos, que alimentó esta sospecha cuando en mayo del año pasado despidió a James Comey como director del FBI, cuando se hallaba encima de este caso. Comey declaró poco después haberse sentido presionado para zanjar rápidamente el asunto.

Con información del El País.