Este domingo 24 de junio, como Iglesia Universal celebramos el nacimiento de Juan El Bautista, quien su misión fue dar testimonio de la luz en el umbral de los nuevos tiempos. Es Jesús que destaca el papel del Bautista, diciendo: “Entre los hijos de las mujeres no hay ninguno que se pueda comparar con Juan El Bautista”. 

El profeta, es un hombre de Dios que es enviado por Él para hablar en su nombre, Juan El Bautista, último de los profetas del Antiguo Testamento y el profeta más grande del Antiguo Testamento es quien prepara el camino del Señor.

Es por eso, que la Iglesia no solamente celebra su martirio, sino también, su nacimiento. De María celebramos su nacimiento y su asunción y de Juan celebramos su nacimiento y su martirio, esta solemnidad es muy antigua en la Iglesia, se remonta al siglo IV. 

“Un ser misterioso llamado por Dios”

Hoy el libro del Profeta Isaías nos narra el Segundo Cantico del Siervo, nos habla de un ser misterioso llamado por Dios. Siervo fiel que iniciará el tiempo de la salvación primero para Israel y luego también para los pueblos. 

Pasará un tiempo olvidado, creerá que trabaja en vano, pero al final será luz para el mudo. En este cantico podemos ver lo que es un profeta. Como lo marca el Antiguo Testamento.

Hoy más que nunca el cristiano debe descubrir su ser profeta, en un mundo que ha perdido la esperanza hay que hablar de la Alegría del Reino de los Cielos; en un mudo donde se vive la injusticia, hay que denunciarla. 

San Pablo en el libro de los Hechos de los Apóstoles, afirma que Juan El Bautista preparó el camino del Mesías, anunció su cercanía. El da a conocer a la comunidad de Antioquia el papel fundamental del Bautista. 

Misericordia de Dios

San Lucas nos muestra hoy en el Evangelio el nacimiento de Juan El Bautista, que se da en entorno de Isabel y Zacarías, en ellos se ve la misericordia de Dios al engendrar a Juan. 

En contra de la costumbre en hijo de Zacarías recibe el nombre de Juan, es un nombre nuevo en la familia, que significa “Yahvé es favorable”. 

Dios es siempre favorable para el que espera en Él, es por eso que no debemos de desconfiar en la misericordia de Dios.

Recordemos que una vocación va madurando en el desierto, como lo hemos escuchado de Juan en el Evangelio. Lugar que para el judío simboliza la purificación por obra de Dios. 

Esta solemnidad nos debe llevara a cada uno de nosotros a descubrir que estamos llamados a anunciar a Jesús. En un mundo donde todo parece desgastado y viejo, debemos de no tener miedo de anunciar el Reino de Dios, que es paz, justicia, amor, servicio y alegría. 

Paulo Carvajal Ramos