La guerra contra el cambio climático podría generar más problemas que el mismo cambio climático, y los principales afectados serían los pobladores con menos recursos económicos, advierten ecologistas e investigadores ambientales.
 
De acuerdo con observaciones hechas por ecologistas como el director del Copenhagen Consensus Center (CCC), Bjorn Lomborg, “una fuerte acción climática mundial causaría mucho más hambre e inseguridad alimentaria que el propio cambio climático".
 
Lo anterior se deriva de ocho modelos desarrollados por investigadores dirigidos por Tomoki Hasegawa, del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) y el Instituto Nacional Japonés de Estudios del Medio Ambiente (ERI), y Shinichiro Fujimori, profesor asociado del IIASA en la Universidad de Kyoto.
 
Dichos modelos publicados en Nature Climate Change plantean escenarios entre ahora y el año 2050, y sugieren que en promedio, el cambio climático podría poner en riesgo de hambre a 24 millones de personas más.
 
Sin embargo, Bjorn Lomborg advirtió que un impuesto global sobre el carbono aumentaría los precios de los alimentos y pondría a 78 millones de personas más en riesgo de hambre, siendo zonas como las de África y la India las más vulnerables.
 
Y es que dicho impuesto solo tiene como fin ayudar a 24 millones de personas, lo cual es una cifra muy baja si consideramos a los 78 millones de personas que terminarían afectadas.
 
El ecologista advirtió que se deben considerar acciones más realistas que incluyan a los sectores más afectados, ya que obligar a los países pobres a reducir las emisiones hace aún más daño “porque la energía barata y abundante trae prosperidad”.
 
De acuerdo con un análisis publicado por Lomborg en el New York Post, activistas sostienen que Bangladesh debería cortar la expansión del carbón ya que ello generaría beneficios climáticos globales por casi 100 millones de dólares.
 
Sin embargo, el impulso que se perdería en Bangladesh por la aplicación de estas medidas costaría alrededor de 50 mil millones de dólares.
 
Ante todo ello, el investigador advirtió que “debemos ser más inteligentes sobre el cambio climático”, y ver la forma correcta de asegurar una inversión a largo plazo en I+D de energía verde, ya que por cada dólar gastado en esta estrategia se evitarían 11 dólares de daños climáticos".