José Sarukhán, académico del Instituto de Ecología y ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), calificó como “un gran error cultural” la intención de transformar las bibliotecas en espacios digitales.

En el marco de la IX Conferencia Internacional sobre Bibliotecas Universitarias, preguntó: ““¿Qué se pretende? ¿Hacer las bibliotecas obsoletas?

La digitalización de los libros provoca el uso individual, casi autístico de los textos, que el lector no tenga posibilidad de debatir, de compartir, sin intercambios, ni cruzadas de conocimientos”, opinó.

Sarukhán consideró que “hay un proceso de transición de celulosa a bits, que no será abrupto; los impresos se van a mantener, incluso por sobre los lavaderos electrónicos, porque siempre he dicho que una universidad es un conjunto de edificios alrededor de una biblioteca”.

A su vez, Adolfo Rodríguez Gallardo, director de Bibliotecas de la UNAM, se refirió a los agoreros que, en la víspera, habían sentenciado no sólo la vida de las bibliotecas, sino del libro.

Se pensaba que con Internet las bibliotecas desaparecerían, había dudas y comentarios apocalípticos de cuál sería su papel y el de sus operantes, pero el futuro no se limita a nuevos programas de computadoras, sino a valores como profesionales de la información”, explicó.

En la conferencia magistral “La biblioteca del futuro”, Rodríguez Gallardo consideró equivocada la referencia de bibliotecas sin paredes. “No existen esos espacios digitales, sólo formatos distintos de presentar la información”.

El investigador emérito de la UNAM consideró que los retos en este ámbito son dotarlos de nuevos servicios y reorientarlos de manera humanista y no rutinaria.

El arquitecto estadunidense Anders Dahlgren, quien ha planeado más de 150 de estos recintos en América, Europa y África, intervino en la mesa “Espacio físico y virtual”, donde aclaró que la del futuro aún no se construye, pero ya existen tendencias, y el libro físico no es el huésped principal.

“Las del siglo XXI deben privilegiar las conexiones por encima de las colecciones, deben ser más flexibles, menos solemnes y más lúdicas”, propuso.

“La primera se halla en la Biblioteca Universidad de Missouri-Kansas City, donde el almacenamiento es de tipo robótico; no existe el aroma a texto, pero ganamos mayor cantidad de material que ahora está digitalizado”, mencionó.

En contraste, el también arquitecto José Ignacio Nuño, quien diseñó los repositorios del Palacio Legislativo de San Lázaro, subrayó que deben existir en el futuro como lugares de lectura, pues “más de 50 por ciento de la población urbana en el país vive en departamentos de 50 metros cuadrados, que resultan imposibles para leer de manera prolongada”.