Mientras cada fin de semana en cualquier aeropuerto es intensa la actividad al aumentar el número de vuelos y pasajeros que se cuentan por miles, en el de Puebla los trabajadores se mueren del aburrimiento ante sus salas desiertas.

“El Aeromuerto”, así es ahora como se le conoce a la terminal aérea de Puebla Hermanos Serdán entre los mismos trabajadores ante la casi nula afluencia de pasajeros y vuelos que tienen al borde de la quiebra a los pocos negocios instalados. La situación es tan grave que los taxistas de la zona tienen un solo cliente cada semana, lo que no es nada redituable. Hasta los campesinos que les fueron compradas las tierras para la construcción del inmueble están pensando seriamente volverlas a pedir, ya que ganaban más con sus cosechas que con los vuelos.

“Da lástima ver las tierras improductivas”, dijeron.

En un recorrido de Intolerancia Diario por el Aeropuerto Internacional de Puebla Hermanos Serdán, fue notorio el desierto, el “elefante blanco” en que se ha convertido el inmueble.

La terminal Hermanos Serdán cuenta con una plataforma comercial de tres posiciones, de categoría D y un edificio terminal capaz de atender a 400 pasajeros por hora, pero reciben apenas 200 cada 24 horas.

Es tan poco redituable el aeropuerto de Puebla, que los terrenos aledaños se llegan a cotizar hasta en 500 pesos o menos el metro cuadrado, a diferencia de los miles de pesos que valen en cualquier otra terminal del país. Así lo reveló un anuncio en internet, donde ofrecen a la venta 6 mil metros cuadrados de terreno justo enfrente de la terminal aérea a un costo de 3 millones de pesos; en promedio, 500 pesos el metro.

Campesinos taxistas
Cuando compraron los terrenos a campesinos de la zona para la construcción del aeropuerto, como parte del pago se les entregaron también las concesiones de taxis para operar en la terminal. Sin embargo, con el paso del tiempo dichas concesiones se han devaluado al grado que nadie las quiere comprar por poco fructíferas.

Armando Paredes Gallegos, hijo del dueño de la unidad 38, explicó a Intolerancia Diario que es tan mal negocio, que en promedio llegan a tener un solo pasaje cada semana.

“Hemos hablado entre nosotros y estamos muy molestos de que se estén desperdiciando las que fueron nuestras tierras; por ejemplo, mi papá tenía su terreno donde está ahora la torre de control.”

”Si de plano esto sigue siendo un elefante blanco, pues que lo cierren y que nos las regresen; de plano nosotros con los cultivos las haríamos más productivas que lo que son ahora.”

Detalló que son 43 unidades que se van turnando en una especie de fila para dar servicio a los pocos pasajeros que llegan. “(Además) todavía cooperamos 130 pesos mensuales para el sueldo de la boletera, menos nos queda.

”Nos vamos formando. Por ejemplo, hoy soy el número tres en la fila, así que espero que dos compañeros tomen pasaje para que toque mi turno, luego me voy hasta el último, a ser el 43 de nuevo, por eso nos tardamos hasta una semana en hacer una dejada.

”Hay más gente en las tortillas y en los Oxxos”, dijo entre risas, al señalar que entre los trabajadores —incluyendo a los elementos de la Policía Federal— le llaman “El Aeromuerto”.

Señaló que el gobierno jamás ha impulsado el aeropuerto desde su creación. “Ahora menos, con el pleito que se traen con Henaine lo han abandonado mucho más.”

Indicó en tono molesto que han tenido reuniones los taxistas para vender sus unidades y concesiones, pero nadie las quiere comprar, ni siquiera saben cuánto valdrían. Explicó que continúan trabajando en el taxi para no perder la concesión, pero solo en sus tiempos libres, ya que son campesinos que se dedican al campo durante toda la semana.

“Ya nada más nos avisan por teléfono nuestro turno; nosotros somos gente de campo y venimos aquí cuando nos toca el turno, todos somos de aquí cerquita”, dijo el originario de Tlaltenango.

“Le apuesto que vale más una concesión de un taxi de Huejotzingo que una de aquí, ya que a nosotros no nos dejan trabajar afuera del aeropuerto, no podemos subir pasaje sólo aquí en la terminal.”

Recordó que hubo buenos tiempos en los primeros dos años del gobierno de Mario Marín Torres cuando llegaron a operar varias aerolíneas. “Lo malo es que no lo siguieron impulsando y fue muriendo poco a poco.

”Parece mentira, pero antes que la terminal era más chica había más gente, ahora que es más grande casi no hay nadie (…) hubo buenos tiempos, entonces sí nos fue bien.”

Desierto
El de Puebla tal vez sea uno de los pocos aeropuertos de México que reciba a sus pasajeros con una espectacular vista, en este caso la de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Desafortunadamente son muy pocos los viajeros que lo pueden apreciar, ya que sus salas permanecen desiertas y sólo los trabajadores pueden disfrutar la magnífica vista.

El aeropuerto sólo recibe y envía tres vuelos diarios, con viajes a Houston, Cancún y Tijuana a las 6:00, 14:00 y 20:00 horas, respectivamente.

“En este tiempo tratamos de vender lo que más se pueda de café”, platicó uno de los empleados de Air Cofee, única cafetería de la terminal.

Señaló que es muy poca la venta que tiene el negocio, que tiene horarios muy distintos a los comerciales, ya que abren a las 6:00 horas para recibir a los pasajeros del vuelo de Houston, Texas.

“A esa hora se venden muchos cafecitos, para los que llegan y para los que se van”, dijo optimista al explicar que posteriormente cierran y abren cerca de las 14:00 horas para recibir el vuelo procedente de Cancún. “Para las dos de la tarde son menos los cafecitos, pero la gente compra algo de comida, aunque la verdad muy poco; hay poca gente, los aviones son muy chicos”, señaló el empleado que pidió el anonimato.

Explicó que desde esa hora no cierran hasta que llega de Tijuana el vuelo de las 20:00 horas, donde nuevamente regresan las buenas ventas de café, para volver a cerrar y abrir hasta las 6:00 horas del día siguiente. Platicó que no tiene ni idea cómo subsiste el negocio, ya que haciendo cuentas apenas y sacan para los salarios de los dos empleados del negocio.

Asimismo, en la terminal se encuentra una tienda de recuerdos, que se encontraba cerrada y que abre de vez en cuando, sólo los minutos que tardan los pasajeros en salir del aeropuerto.

Una muestra de la situación actual de la terminal aérea son las taquillas y zona de documentación de pasajeros, que permanecen cerradas. La única abierta es la de la línea Aeromar, en la cual se aburre todo el tiempo su empleada.

“Aquí nadie llega a comprar boletos, es muy raro, sólo estamos para documentar a los pasajeros para nuestro vuelo a Cancún”, dijo sin querer dar más detalles de la afluencia.

Las sillas de las salas de espera están vacías la mayoría del tiempo, en las que pasan constantemente por lapsos tres afanadores, quienes se desviven porque brille el piso, como para justificar su presencia. Incluso un puesto del programa Bienvenido Paisano permanece abandonado y polvoriento, ya que sólo opera cuando llegan los pasajeros de la tarde y noche.