Bélgica vive una jornada de luto nacional en memoria de las víctimas del accidente de un autobús en Suiza, mientras empiezan a llegar al país los cadáveres de los 22 niños y seis adultos fallecidos.

La repatriación de los cuerpos, a bordo de tres aviones C-130 Hércules de las Fuerzas Armadas de Bélgica, ha empezado a las 06:30 GMT en el aeropuerto suizo de Sion, informó el diario La Libre Belgique.

Por respeto a las familias, el gobierno belga ha decidido vetar el acceso de los medios de comunicación al aeropuerto militar de Melsbroek, en las cercanías de Bruselas, donde desembarcarán los ataúdes.

A las 10:00 GMT, todo el país guardará un minuto de silencio, que concluirá con una campanada en todas las iglesias, y en los edificios oficiales la bandera belga se izará a media asta el viernes y el sábado.

Las compañías de transporte público anunciaron que participarán del homenaje apagando los motores de autobuses, trenes y metro durante el minuto de silencio.

Capillas ardientes se han instalado en las localidades de Lommel y Heverlee, en el norte de Bruselas, donde se encuentran las escuelas de las víctimas del accidente y donde la población sigue depositando velas y mensajes de simpatía.

El autobús que chocó en el interior de un túnel en la ciudad suiza de Sierre transportaba, además de los dos chóferes, 46 niños y cuatro acompañantes adultos que regresaban de unas vacaciones de esquí.

Las causas del accidente siguen siendo investigadas y las autoridades suizas han calificado de “especulación sin fundamento” la tesis de que el chófer del autobús pudiera haber intentado introducir un DVD justo antes de estrellar la unidad contra el muro.
El primer ministro, Elio Di Rupo, destacó el “carácter excepcional” de la tragédia, que “ha afectado principalmente a los niños” y “provocado una emoción profunda” en todo el país.