El sargento estadounidense que el pasado domingo mató a dieciséis personas en Afganistán, nueve de ellas niños, había bebido alcohol con otros dos compañeros momentos antes de llevar a cabo la matanza, según han filtrado fuentes militares. 

También aseguran que esa misma noche del sábado, antes de que a las dos de la madrugada saliera de la base para cometer su acción, había dado muestras de estrés por las circunstancias de la guerra y había tenido tensiones con su mujer. 

Al parecer, un reciente ataque contra un soldado de la misma base y amigo suyo, cuya pierna quedó completamente destrozada, le afectó enormemente.

El abogado del sargento ha negado que su cliente, que este viernes está previsto sea trasladado a Estados Unidos y cuya identidad sigue sin desvelarse, tuviera problemas con su esposa. 

"Es un hombre muy familiar y dedicado padre", aseguró John Henry Browne, que en el pasado ha llevado casos tanto de asesinos en serie como de algún soldado con supuestos lesiones cerebrales. 

Precisamente es este último punto en el que la defensa centrará su argumentación. Browne confirmó que el sargento había tenido una lesión cerebral en 2010 en un accidente en Irak, y desveló que además había sido herido en un pie en otro momento. 

El abogado insinuó que los mandos militares no le habían dado suficiente tiempo para recuperarse y recordó el historial polémico en ese sentido de la Base Conjunta Lewis-McChord, el cuartel de Seattle de donde procede el sargento.

Su esposa y sus dos hijos, de 3 y 4 años, han abandonado su vivienda del cuartel Lewis-McChord, para no perder su intimidad cuando se haga pública la identidad del sargento. 

Este fue trasladado a mitad de semana a Kuwait para impedir que Afganistán insistiera en su entrega, pero también el Gobierno de Kuwait ha apremiado a su traslado para no verse envuelto diplomáticament en el caso.